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viernes, mayo 3, 2024

Santero y los Muchachos, la crónica de lo que vas a ver pero sin spoiler

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Esta es la crónica que jamás había escrito, el relato de lo que vimos unos cuantos y lo que veréis otros tantos afortunados.

 

Los muchachos subieron al escenario de La Casa de la Mar intercambiando miradas con los asistentes al primero de los 5 shows con sold out. Miradas muy expresivas, ojos muy transparentes. El otro 66% del rostro está cubierto por la mascarilla, y ahora todos aprendemos a interpretar las miradas, un gesto de aprobación, unas gracias o un me alegro de verte.

En la sala se cumplían las normas y medidas de higiene: uso obligatorio de mascarilla, geles, distancias, mesa organizadas por grupos, parejas etc y la banda se retiró al camerino al finalizar el concierto, habrá que esperar tiempos mejores para autógrafos, fotos y abrazos.

Durante las primeras canciones, tanto la banda como el público fuimos adaptándonos a las circunstancias, resulta muy difícil tener el culo pegado al taburete cuando la santería esparce su magia y te envuelve con sus estribillos.

No importa el tiempo que pase ni las veces que ocurra, cuando empieza un concierto y suenan los primeros acordes empiezas a sentir un escalofrío interior y un cosquilleo que te hace trasladarte a otra dimensión, la dimensión de la música y las canciones, la de ese mundo imaginario (o real) donde cada espectador encuentra su espacio para ser feliz, para implosionar y dejarse llevar en forma de canturreo o simplemente acatando el efecto de la hipnosis.

Estamos ante una auténtica banda de rock, reposado, pero rock al fin y al cabo. Son unos virtuosos de los instrumentos, y demuestran en esta modalidad de versión acústica con su talento y su capacidad para crear esas atmósferas sonoras.

Es increíble el trabajazo que hace el menor de los hermanos Escribá (Javi); teclados, guitarras, bajo, aderezos sonoros varios. Para el resto debe suponer una tranquilidad tener a un músico como él cubriéndote las espaldas.

Es un placer volver a ver a Soni sobre las tablas, no lo veíamos en Valencia desde octubre de 2019 en el Love to Rock y es maravilloso disfrutar de sus punteos tan característicos.

Joseman estuvo jugando como siempre, cuál Andrés Iniesta. No soy muy futbolero, pero el simil lo vale. Pendiente de todos y de todo, no dejando pasar ni un balón y metiendo su coro y su riff en el momento justo.

Es asombroso como Pau consigue con un set básico de batería crear una base rítmica tan contundente y tan armónica sin despeinarse en todo el concierto, salvo en los bises que se arma un moño para la recta final.

Y a Miguel Ángel se le veía en la mirada la ilusión por tocar con la banda delante de su público. Él es como el metal a la electricidad, conductor. Su cuerpo y su alma vibran igual que las cuerdas de su contrabajo y ese karma arranca un feedback con el público que no todos los artistas logran.

No desvelaré el último tema ni en qué clave suena. Para saberlo debes tener en tu poder un ticket que te permita acceder a la sala cualquiera de los 4 días restantes. De ser así, serás un privilegiado/a y vivirás un final de concierto apoteósico, y en caso contrario, deberás ser más rápido en la siguiente ocasión vaquero/a.

Maravilla poder disfrutar de la música y de la cultura de nuevo en un espacio tal molón como La Casa de la Mar. Juguemos bien las cartas para que dure la partida.

Y en cuanto a la banda, presten atención, el cuervo ha vuelto a desplegar sus alas.

Salud y r’n’r

Texto: Javier Chico
Imagen: Mike

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Javier Chico
Javier Chicohttp://vierchi.com
Solo cuando duermo no estoy escuchando música. Insomne. Disfrutón. Trabajo con la madera. Tengo en mi cabeza un montón de palabras y las voy esparciendo por aquí. Intento contar lo que veo en los conciertos. Emotion developer.
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