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jueves, abril 18, 2024

MUNDOS INMÓVILES DERRUMBÁNDOSE: EL PANFLETO-BOMBA QUE NECESITÁBAMOS

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Escribir sobre Nacho se ha convertido para mí en una especie de impulso orgánico cada vez que saca un disco o un single, ya que siempre es una buena excusa para poner algunos temas sobre la mesa. Tanto es así, que hasta me permito llamarle por su nombre de pila, sin apellidos protocolarios. Porque, si bien es cierto que no he tenido el gusto de conocerle en persona, es como si hubiera estado muy cerca de mí desde hace tiempo. Como si tuviéramos la costumbre de sentarnos juntos en las asambleas del barrio para ir a una en los debates de siempre, como si hubiéramos leído los mismos libros, como si hubiéramos escuchado las mismas canciones. Supongo que este sentimiento de cercanía y familiaridad tiene una explicación materialmente obvia cuando se trata de un personaje público que, además, es cantautor y ventila sus pensamientos en canciones. Es preciso decir también que, tras la presentación de su nuevo disco »Mundos inmóviles derrumbándose», se han publicado infinidad de entrevistas, en diversos formatos, donde Nacho habla sobre su música y sobre su vida – si es que existe alguna línea divisoria entre su música y su vida. Y, si sus canciones son un portal directo a su intimidad, las nuevas tecnologías y las redes sociales son -para lo bueno y para lo malo- una ventana, siempre abierta, a la vida de todo el mundo.

Sobre su nuevo disco se ha llegado a decir que es el mejor de todos los que ha editado hasta el momento. A mí, la verdad es que me hastían bastante los rankings y elegir el mejor disco de Nacho Vegas es un compromiso que no tengo la necesidad de asumir. Esta vez me lo he tomado con calma y he desafiado tiranía de la urgencia y la inmediatez. Me regalaron el disco en formato físico por mi cumpleaños, unos días después de su lanzamiento, y lo he estado escuchando en bucle en el coche durante dos semanas.

Por segunda vez -ya lo comenté en mi última reseña de «La flor de la manzana»– siento la necesidad de insistir en el cuidado estético de este precioso disco. Miguel Brieva se ha encargado de ilustrar, uno a uno, cada mundo en proceso de derrumbe. Pero Nacho, junto a Miguel, más allá de ofrecer una cruda descripción de la hiriente realidad que amenaza con hundir esos viejos mundos que ya no se sostienen, se ha atrevido a proponer un mundo nuevo. Fiel a su idiosincrasia, juntando en una misma cosa lo personal y lo político, Nacho ha articulado un maravilloso y necesario «panfleto-bomba» que desafía las leyes más primarias del ideario capitalista: Los homenajes a los amigos y la ternura contra el individualismo y la animosidad, la política y la consciencia de clase contra la equidistancia, la defensa de la tristeza como una trinchera naturalmente legítima contra el hedonismo impostado, y la cabeza bien alta. Definitivamente, esta propaganda sin renuncias es la que necesitamos, la defensa a ultranza de las utopías contra el discurso distópico que nihiliza nuestra existencia y cancela el futuro en pro de la inmovilidad de un mundo presente que se tambalea sobre nuestros hombros.

Me ha disgustado que, en muchos de los titulares recientes sobre Nacho Vegas, se siga haciendo hincapié en dotar sus canciones de connotaciones depresivas y tristes. Puede que este disco haga alusión a la tristeza de una forma particular y consciente debido a la inédita situación pandémica que hemos vivido y a las consecuencias que el aislamiento ha tenido sobre nuestra salud mental. Pero ya me empiezo a hartar de que la prensa insista en caricaturizar a Nacho Vegas relacionándolo con un personaje deprimido y triste. Una caricatura que, además, contribuye a la intención -con pretensiones o sin ellas- de despolitizar la música de Nacho. Si esto no es un mensaje de esperanza, ¿qué es? Si estas canciones no son una invitación al activismo y la movilización social, ¿qué son?

Nacho sabe que la cultura no ha de limitarse a confortar, sino que ha de ofrecer un cuestionamiento y una comprensión que colabore al cambio. No necesitamos canciones que se limiten a celebrar la clase obrera tal como es, necesitamos canciones que susciten su consciencia, canciones que conduzcan a la acción: no a confirmar, sino a cambiar el mundo. ¿O es que soy la única que tiene ganas de montar una barricada en cada calle cuando suena »Big Crunch»?

Nacho Vegas - Big Crunch

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Noèlia Sanvictor
Noèlia Sanvictor
Cantante, multiinstrumentista, historiadora y, además, feminista.
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