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viernes, mayo 3, 2024

Santero, Los Muchachos y el sueño de una noche de invierno

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El viernes 28 de febrero de 2020. Santero y Los Muchachos actuaron en la sala Moon con un lindo sold out. Os contaré la aventura, en este caso, de cómo se vivió desde dentro. Y ocurrió tal que así….

El viernes por la tarde tras una larga y emocionante semana, quedé dormido y entré en un profundo sueño. Todo arrancó de un fondo negro, poco a poco empezó a aclarase y a formarse la imagen. Cuando conseguí enfocar, me encontraba con Samuel Escribano, backliner de Santero y Los Muchachos, y estábamos en la sala Moon montando el backline de la banda. Se presagiaba una gran noche y yo estaba allí en mi sueño, formando parte de ello y sin querer despertar

Poco a poco fueron llegando los protagonistas. El primero en llegar fue Pau Garcia, batería. Su batería fue lo primero que se montó en el escenario. A él le gusta montarse todo su set. Lo hizo minuciosamente, sobre su alfombra ubicada al milímetro en el espacio. Mientras iba calentando el bombo, la caja, los platillos etc, iba desarrollando ritmos improvisados, otros muy conocidos e iba comentando anécdotas sobre ritmos de otros artistas que le impresionan y repitiendo sus preferidos, los que esa noche iban a retumbar en la sala.  

Enseguida llegó Javi Escrivá, el menor de los tres hermanos que tocan en la banda. El se encarga del piano, la pandereta y multiples aderezos sonoros. Me contaba que a él, lo que le gusta es tocar el piano, y hablaba de los Nord (Nord es una marca sueca de teclados) y comparaba el “Nord Electric” y el “Nord Stage”, se le iluminaban los ojos cuando hablaba de la tecla contrapesada al tiempo movía sus dedos en el aire como tocando las teclas…

Seguidamente llegó Ángel Vela. Actualmente es el guitarrista de la banda, hasta que Soni Artal, pueda incorporarse de nuevo. Ángel es el productor y guitarrista de la banda INC, y dirige la escuela de música Fuzz, donde estas navidades pasadas estuvo Diego García el Twanguero impartiendo una masterclass.

Ángel estuvo durante toda la tarde probando y afinando las guitarras, todas las que iba a tocar en el show, creo que conté cuatro.

Era el turno para Joseman Escrivá, el segundo Escrivá y guitarra principal del grupo. Apareció con unos zapatos como de piel de cocodrilo, rojos brillantes. Me estrechó su mano y vi en sus ojos el brillo y la electricidad de un guitarrista con elegancia. Es el medio campista de la banda. Está pendiente de todos los detalles, revisó su pedalera y sus guitarras como si no las hubiese visto en semanas, solo le faltó hablarles, como hacemos con las plantas.

Yo seguí apretando los ojos, no querría despertar nunca…

Entonces entró en la sala Miguel Ángel Escrivá. Saludó a toda la banda y luego se acercó para agradecerme los textos previos al concierto y me trajo un mensaje de alguien que casi me hizo despertar del sueño, pero conseguí mantenerme. Un abrazo de este hombre te llena de energía positiva de 0 a 100. Y entre Sam y yo le subimos el contrabajo al escenario. En él lleva escrito “Mia”, el nombre de su hija.

La prueba se sonido fue increíble. Era maravilloso escuchar como instrumento a instrumento iban “formándose” las melodías de esas canciones que tan a fuego llevo grabadas en mi disco duro. En el sueño incluso volvía a casa a ducharme, y ni siquiera el agua fría corriendo por mi cuerpo consiguió hacerme despertar.  

De vuelta a la sala, la cola era inmensa, dentro, ya había más de medio aforo y Lere (el artista que se define como La orquesta del solitario) estaba calentando la sala con su arrollador show, tocando con las dos manos los dos pies y la armónica cuando no cantaba. Yo me dirigí al camerino, allí estaban todos, con las sonrisas de oreja a oreja, calentando voces, tocando las guitarras.

El gran Santi Alcanda se desplazó desde Madrid para presentar a la banda y para disfrutar del concierto. El me advirtió, como consejo profesional, que hay que tener mucho cuidado con lo que se dice. Ya hace tiempo que les pronosticó un futuro prometedor, y ellos están empeñados en no contradecirle. Sonreía mientras escuchaba su voz en el camerino porque me hacía pensar que aquello parecía como si la radio estuviese encendida. 

Antes de salir a escena hubo un brindis. Y nos hicimos un “watertapes”, (@watertapes en ig) Nos metimos en el aseo del camerino donde se vinieron arriba con una versión de Amigo infiel, y así cogieron impulso para subir los escalones que separan la realidad tangible de la otra, la que es realidad pero no se puede tocar, el lugar donde se crean esas energías que en función de su brillo, y su magnitud se desplazan y se expanden por la sala y se introducen por los oídos de los presentes. Y si esas energías son mágicas, que lo fueron, pueden alojarse y anidar dentro de nosotros por un largo tiempo. Y en esa escalera estuve la mayor parte del concierto, con la sensación de estar atravesando una StarGate, leyéndole a Sam la escaleta y ayudándole en todo lo que pude, de tal manera que mi cuerpo se magnetizó y ahora esa energía estará en mi interior el resto de mi vida. 

Los “muchachos”, y nunca mejor dicho, lo dieron todo. Hicieron un concierto brillante. Con esa manera de tocar, y de cantar, con esas miradas cómplices. Estuvieron felices e hicieron partícipes de ello a todo el mundo, a fans que siguen a la banda desde que presentarán su primer álbum aquel marzo de 2014 en la sala Wah Wah y los nuevos adeptos, y a las personas que rodean a la “familia Santera”.

Tres artistas subieron a compartir escenario con ellos: Lere el telonero del concierto, Ele, la artista a la que Alcanda también encumbró. Su segundo y último álbum hasta la fecha (What Night Hides, Arcadia Music, 2018) fue grabado en los estudios londinenses Abbey Road. Y el tercer artista en subir a las tablas fue Pepe Escrivá, padre de los Escrivá y militante de Top-Son, (banda española de rock de los 60s) Probablemente el hombre más orgulloso del lugar, que estuvo siguiendo el ritmo de cada canción a base de palmas. Como también lleno de orgullo estaba Carlos Jorro, manager de la banda y que fue uno de los primeros en confiar en ellos.

Tras el último bis, Miguel Ángel tuvo a bien subir al escenario a todas las personas que hubo esa noche tras las bambalinas, desde su padre pasando por los artistas invitados, jefa de prensa y backliner, que por cierto es un profesional como la copa de un pino. Incluso dijo mi nombre y me hizo una señal para subir al escenario, me pareció una osadía y me ruboricé pero también me hizo ilusión y Joseman me ofreció medio micro para corear juntos Homenaje, pensé que tratándose de un sueño ya vendría alguien a pellizcarme…

El broche de oro vino en la post party, con la banda pinchando en la cabina de la discoteca Pllay donde Miguel Ángel estaba “henchido” de felicidad. Rodeado de toda la gente que les quiere: desde su mujer, amigos de la infancia, hasta la médico que ha sido de algún modo como la “médico de la familia” y todos ellos repiten como un mantra que “para Migue, compartir es lo más grande” tal y como reza el titular de la entrevista que le hicimos previa al concierto.

Más tarde me “desadormecí” (si me aceptáis la expresión), y sentí un escalofrío y un gran temblor, y entonces me desperté. Abrí los ojos y a duras penas conseguí enfocar la lámpara del techo. Me froté los ojos mientras pensaba lo maravilloso que había sido mi sueño, y tardé unos segundos en aterrizar en la realidad. Cuando me incorporé puse los pies en el suelo y entonces lo vi, en mi mesilla estaba el vinilo de Ventura firmado por ellos.

Entonces empecé a recordar todos los detalles y los olores: el olor a madera del mástil del contrabajo, el olor a whisky del camerino, el olor a tabaco del taxista que me llevó a la discoteca, pero sobre todo, el olor a victoria tras el concierto. Vaya que sí, se podía oler en el ambiente, habían vencido. La ciudad que tenían conquistada desde hacía tiempo se rendía a sus pies. Esos pies que caminan con paso firme, con la gira “Trioflorido” que les está llevando por salas más íntimas a lo largo y ancho de todo el país, y próximamente actuarán en el Palo Fest, o en el 4everfest al lado de artistas como Wilco o Quique González. La locomotora está en marcha y no habrá quien la detenga. Creo que si solo pudiese elegir una palabra para definir a la banda sería esta: elegancia.

Salud y r’n’r

Texto: Javier Chico

Imágenes: Jose Manuel Berna @foto_city_

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Javier Chico
Javier Chicohttp://vierchi.com
Solo cuando duermo no estoy escuchando música. Insomne. Disfrutón. Trabajo con la madera. Tengo en mi cabeza un montón de palabras y las voy esparciendo por aquí. Intento contar lo que veo en los conciertos. Emotion developer.
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