Por si no teníamos suficiente esta semana en el Loco Club con la americana, ayer jueves otra banda del oeste nos visitaba, y la experiencia ya nos decía que sería una noche para el recuerdo.
La banda en cuestión era The Delines, una superbanda de country-soul formada por Willy Vlautin, líder de Richmond Fontaine, junto a su batería Sean Oldham, Cory Gray de The Dandy Warhols (que sustituía a Jenny Conlee de The Decemberists) y la fantástica voz de Amy Boone (The Damnations).
Empezaron a crear su burbuja con la elegancia de «He Don’t Burn for Me», con un fantástico Cory Gray combinando piano y trompeta, para pasar a «Colfax Avenue», segundo corte de su disco de debut «Colfax», el cual están presentando en esta gira.
Cuando «The Oil Rigs at Night» ya nos tienen encerrados en su burbuja. Una burbuja con un microclima muy particular, plácido, relajado…
Amy Boone intenta hablar algo en castellano, y la verdad es que lo hace bastante bien pese a que (como ella misma dice) «no llevo mucho tiempo aqui, no he podido aprender mucho».
Willy Vlautin también lo intenta para decirnos que la siguiente canción es «Rudy», que va dedicada a su caballo, del mismo nombre.
Tras «Rudy», Amy nos avisó de que iban a hacer una prueba con nosotros, tocando un tema que estará en su próximo largo, para ver qué tal respondíamos. Llevaba por título «Cheer Up Chuck», y resultó ser uno de los temas más enérgicos de la noche.
Con «The Imperial» mantenían esa atmósfera en la que nos habíamos sumergido desde el minuto 1 de concierto.
La parte más soul la ponía «I Won’t Slip Up», y el groove lo ponía «Gold Dreaming».
Tras varios temas más, se despiden, para (como casi siempre en estos casos) volver a salir para finalizar el concierto con un tema dedicado a la madre de Amy Boone, un «I Got Me Shadows» muy sentido por la cantante, que apenas se movió durante el concierto, excepto en este tema, en el que se notó el fluir de la música por su cuerpo.
Cerraban el concierto con «Felony Flats», para dejar la burbuja intacta, con nosotros dentro, y marcharse a camerinos.
Increíble cómo esta banda consiguió mantenernos expectantes durante la hora y media que duró el concierto, embobados con la voz de Boone, los sutiles y magníficos acompañamientos a la guitarra de Vlautin, el perfecto dominio de la trompeta y el piano de Gray, y la tranquila batería de Oldham. Fantásticos.
