En marzo de 2018, Morgan visitaron Granada por primera vez para hacer “toma de contacto”; en su segundo asalto el pasado sábado 2 de febrero, la ciudad los recibió enamorada con un lleno en la sala Aliatar.
Tocar en una ciudad por segunda vez y marcharte con un sold out bajo el brazo debe ser algo de ensueño. A mí no me sorprende teniendo en cuenta que la primera vez que vi a Morgan a los cinco minutos estaba llorando de la emoción, pero quizá yo sea demasiado sentimental. Aunque, a decir verdad, creo que si no disfrutas del directo de esta banda careces de sensibilidad. Que me disculpen los posibles ofendidos. Bueno, dudo que los haya. A los conciertos de Morgan se va a llorar y bailar, pero sobre todo a admirar.
La colocación de la banda en forma de media luna dio a los asistentes de la noche granadina una visión global de la banda que permite concebir a sus miembros como un todo del que cada uno es imprescindible cual engranajes de un reloj. No gobiernan el teclado y la voz de Nina ni lidera la guitarra de Paco López: en Morgan todos son protagonistas y el bajo de Alejandro Ovejero, la batería de Ekain Elorza y el teclado de David Schulthess (más conocido como David «Chuches») tienen la misma importancia y su momento dentro de cada show. Y eso es precisamente lo que los hace grandes, especiales y brillantes.
Quizá peco de poco recorrido de bandas vividas en directo, pero jamás he visto una complicidad y miradas como las que se dan sobre el escenario de un concierto de Morgan. Llámalos colegas, llámalos equipo, llámalos un grupo de personas nacidas de la música y enamoradas de ella y que se cuidan unos a otros como una familia de artesanos de partituras, arreglos y voces perfectamente coordinadas y empastadas.
Durante la hora y media de concierto interpretaron los temas de su último trabajo Air (North Records, 2018) y también recogieron los más exitosos de su primer largo North (Goodbye Producciones, 2016), el cual está a punto de cumplir tres años en la calle. La reproducción de sus canciones en directo no solamente demuestra la calidad de la banda a la hora de ejecutar a la perfección lo que vende al oyente de antemano, sino su capacidad para crecer en vivo. Instrumentales infinitas en las que abundan solos de guitarra, bajo, batería y teclados que crean en la sala una atmósfera mágica de la que es imposible no contagiarse. Una sensación que se podía atisbar en los ojos de los niños, no mayores de 13 años, que ocuparon la primera fila del público y dotaron a este concierto de una ternura especial que Nina se encargó de agradecer al final de la velada.
Además, no solamente hay que destacar este aspecto de los directos de Morgan, sino también las apuestas arriesgadas que la banda ofreció a Granada. Entre ellas la cover de The Chain de Fleetwod Mac, muy bien ejecutada, sobre la que cuenta Nina que soñaba con una banda que la que poder interpretarla; o un cierre con Marry You a capela a voz y guitarra acústica que deja al público boquiabierto y sin capacidad para responder con algo que no sean aplausos.
La noche del 2 de febrero Morgan no solamente vencieron a los Goya, sino que se llevaron el busto a mejor directo, sonido, ejecución y complicidad sobre un escenario.
