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martes, abril 30, 2024

Mi primera cita y Daniel Romano (by Lady Blue)

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Salí de casa con los nervios de una primera cita y la incertidumbre de que es lo que me depararía aquella tarde. Decidí llevar para una ocasión tan especial un regalo que me hizo un gran bluesman, su sombrero. “Me traerá suerte “ pensé. Quería estar atenta a todos los detalles y que no se me pasara ningún acontecimiento importante durante el concierto.

Cuando llegué las puertas, El Loco aún estaba medio cerrado y durante la espera, tuve la oportunidad de observar al personal que esperaban pacientemente como yo el concierto de Daniel Romano y su banda The Trilliums. La variedad me satisfizo gratamente, diferentes estilos, diferentes edades, todo apuntaba a un buen comienzo. Caras desconocidas salían y entraban por la puerta metálica del local continuamente y todos los allí presentes mirábamos curiosamente por si alguno de aquellos rostros pertenecían a la banda o era el mismo Daniel Romano. En una de esas salidas salió un joven con chaqueta de ante negra y flecos, ¿Sería él? Tenía toda la pinta si… pero no.. era el batería al que curiosamente le pidieron fuego unos transeúntes sin saber de quién se trataba, ni del motivo por el que se encontraba allí, fumando un cigarro tranquilamente apartándose del gentío de la puerta antes de comenzar el concierto. Al cabo de un rato salió el resto de la banda, tres chicas y dos hombres más. Uno de ellos inconfundiblemente era él, ¡Se había afeitado el bigote! Con un rostro mucho más juvenil, un sencillo y elegante traje chaqueta gris y camisa blanca, allí estaba Daniel Romano. Todos, supongo, esperábamos al cowboy de trajes de luces y sombrero de ala ancha que se mostraba en la portada de su último álbum. Después de un pequeño rato charlando entre ellos volvieron a entrar y abrieron las puertas. ¡Comenzaba el espectáculo! Todos fuimos entrando con la esperanza de ver un gran concierto. Las expectativas eran altas… ahora sólo faltaba que la banda nos demostrase su calidad en directo. Las cervezas y refrescos comenzaron a deambular por toda la sala y cuando las luces del escenario se vistieron de colores, Daniel y su banda salieron al escenario. Sin decir una palabra afinó su guitarra y sonó la primera canción. No sé si fue mi imaginación o no… pero me pareció ver las caras de los que se encontraban frente a él asintiendo con una pequeña sonrisa, corroborando que iba a ser un gran concierto, con una calidad impecable y una armonía en el grupo que agradecimos todos. Todos y cada uno de ellos tenían su función y conjuntaban a la perfección.

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No sé a los demás, pero a mí, desde la primera canción, consiguieron trasladarme a otros lugares, a tierras lejanas, con sabor a barbacoas y kilómetros de carreteras. En algunos momentos, la bajista cerraba sus ojos dejándose llevar por la magia que flotaba en aquel escenario. La guitarrista mantenía su mirada serena en todo momento hacia el infinito. El músico que tocaba el pedal steel mantenía su aplome ante las ráfagas de luz de las cámaras. El joven batería no se quitó sus gafas de sol durante todo el concierto y la pianista miraba a Daniel mientras sus dedos hacían sonar las teclas del piano en algunos temas y las del acordeón en otros. Y Daniel, él llenaba todo el escenario y unía a todos como un director de orquesta, estricto, conciso pero con sentimiento.

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Romano no hablo mucho durante el concierto, solo pudimos oír algún “Thanks” entre canción y canción. Él venía a contarnos historias con sus canciones, ese era su cometido y eso es lo que hizo. El concierto discurrió sin ningún problema, sin ningún percance, los temas sonaban uno tras otro, y estábamos encantados. Sus ojos azules nos mostraban la necesaria sensibilidad para evocar y contar aquellas historias recreándolas y transmitiéndolas con su peculiar voz que inevitablemente nos hace recordar al gran Gram Parsons. Como detalle para fanáticos de las guitarras, deciros que Daniel llevaba una elegante y preciosa guitarra Gretsch Chet Atkins , y su compañera una acústica en cuyo mástil se podía leer con letras plateadas DANIEL ROMANO, así que di por sentado que sería de él o no… por cierto, ella cantó un tema precioso, siempre mirando al infinito con sus bellos ojos azules ¿o eran verdes Víctor?

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Terminó el concierto. La banda entro al backstage, pero la gente quería más y comenzaron a aplaudir durante un buen rato para conseguir algunos bises. Después de un rato salió Daniel Romano, sólo ante el peligro, con su guitarra y su voz como únicos compañeros para deleitarnos con otro tema. Tengo que decir, que fue en ese momento cuando yo sentí al verdadero Daniel, al joven trovador, me emocionó. Volvió a entrar y a petición del público salió al escenario de nuevo otra vez, él sólo. Comenzó la canción y su Gretch se desafinó, fue en ese momento, el único de toda la noche, en el que Daniel Romano habló algo más con su público y nos regalo una tímida sonrisa. Después desapareció del escenario y yo salí de allí con mis vaqueros, mis botas y mi sombrero del gran músico Lynwood Slim, con miles de imágenes en mi cabeza, intentando que no se me escapara nada para poder contároslo. A todos aquellos que no vinisteis deciros, que si volvéis a tener la oportunidad de acudir a un concierto de Daniel Romano, no la dejéis escapar. No os defraudará y durante el concierto, os llevará a esos lejanos lugares de botas, cowboys, desiertos y sombreros….

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P.D: ¿Me he enrollado mucho?

Texto: Lady Blue
Fotos: VikPamNox

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VikPamNox
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Fotógrafo, cronista y ser humano. Beer Brother a tiempo parcial y pastor a tiempo total de la Primera Iglesia Presleyteriana de L'Eliana. Comprador y coleccionista compulsivo de discos. Enfermedad pura. Rock 'n' Grohl.
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