Este es el caso de Kamadeva, que presentaba ayer domingo su disco debut en la galería de arte Club Sporting, en Ruzafa.
La voz profunda y distorsionada del guitarrista y vocalista Rodrigo Villagrán, sumada al fuzz (importante siempre en el buen stoner), el riff que acentúa el bajo de Antonio Rodríguez, y el tempo marcado por la batería de Lucas Burguet (conocido por su papel de Acidi Menti en conciertos de Thee Vertigos, Acapvlco, Black Bowl y más bandas del panorama ácido a cargo de las proyecciones psicotrópicas).
Stoner espacial, en castellano, con un par de huevos.
Suena a Kadavar, a los Black Sabbath del Masters of Reality, con un tintes de Kyuss y Clutch y mucho Fu Manchu.
Pero para muestra, un botón del tamaño de un dragón psicotrónico.
Los hijos bastardos del ácido siguen proliferando en la capital del Túria. El stoner está a la orden del día.