«Hola, me llamo Zahara«. Saluda, sonríe, se coloca la guitarra. Sigue sonriendo, y ya está. Es sorprendente la rapidez con la que se gana al público esta chica. Así se presentaba el pasado viernes día 20 en el ático del Hotel Barceló, donde se ha podido ver a Coque Malla o Carlos Sadness entre otros, en esta serie de conciertos acústicos que nos ofrece Live The Roof. Un formato del que ya hemos hablado antes y que esta vez no nos ha decepcionado. De hecho, todo lo contrario.
Sinceramente, había visto a Zahara un par de veces este verano en algún festival -ha actuado en prácticamente todos- y no me había encantado. Más de lo mismo, en medio de una fiebre de grupos indie que van pasando uno detrás de otro, últimamente nada te sorprende. Fui sin muchas expectativas al encuentro de un concierto en el que haría cuatro fotos, vomitaría arcoiris y disfrutaría de unas bonitas vistas. Eso me habían dicho, y yo, que me lo creo todo, pues fui así, sin prisa.
Toda esta teoría conspiratoria en contra de lo mainstream se me olvidó antes de llegar a la segunda canción del concierto. Me cerró la boca cuando abrió la suya y pude oír lo que salía de ella. Qué manera de afinar, señoras y señores. No podría describirlo aquí, deberían ustedes ir la próxima vez que esta chica toque cerca de su casa para comprobar que lo que digo es cierto. El formato acústico mejora sus canciones a niveles que nunca hubiera podido imaginar. Ella misma es parte de la acústica, las melodías te hipnotizan y su voz parece única cosa que sigue viva en el mundo cuando suena. Pero espera, que no me quedo aquí; qué labia tiene. Camelaba al público sin chistes fáciles. Entre canción y canción, contaba de manera cruda y concisa cómo acabó escribiendo esas canciones por culpa de algún ex, o cómo acabar en una discoteca de Albacete después de un bolo borracha perdida.
No lo parece, ¿eh? La ves tan frágil cuando canta que si te cuenta una historia mirándote a los ojos puede romperte en dos y no te has dado cuenta. Puedes llegar a sentirte muy identificado si te lo dice ella. Mira, voy a ver cuantos años tiene, espera. Vale, ya estoy aquí, acabo de investigar y tiene 31 años. Los 31 años mejores llevados de la historia. ‘Lucha de Gigantes’ me partió en dos. Antonio Vega estaría mucho más que orgulloso si oyese lo que esta chica está haciendo con su canción. Igual que lo podrá estar ella de los jovenzuelos que la oigan y canten sus canciones. Porque ‘Con las Ganas’, ‘El Deshielo’ o ‘La Gracia’ tendrán eco en este país algún día. No se cuando, ni cómo, pero no pasarán inadvertidas.
No puedo dejar de recomendar que escuchéis acústicos de Zahara. Tampoco puedo dejar de recomendar que vayáis al Barceló cada vez que haya un Live the Roof. Aunque no conozcáis al artista en cuestión, os acabará sorprendiendo.
