La expectación que había con “The Slow Rush” era enorme. Han pasado ya 5 años desde el espectacular “Currents”, en el que Kevin Parker introdujo de una manera magistral sintetizadores y cajas de ritmo a sus habituales desarrollos psicodélicos, conviertiéndo sus canciones en lienzos salpicados con miles de colores. Algunas de ellas, trascendieron más de lo que el propio Parker podía imaginar y Tame Impala pasaron de ser un grupo minoritario venerado por amantes de la psicodelia, a ser la nueva promesa indie, los nuevos Arcade Fire, liderando los principales festivales de música y colocándo sus temas entre los más escuchados en los servicios de streaming.
Había dudas en cómo Tame Impala iba a encajar esa popularidad y sobre qué camino artístico elegirían para su cuarto álbum. The Slow Rush es un gran disco. Un disco con el que te enganchas fácilmente en la primera escucha. Parker sigue avanzando en su faceta de productor, en este sentido es su mejor trabajo, el más variado. También es su disco más optimista, principalmente en lo musical, muy luminoso. Quizá se echa en falta algún hit, pero creo que es un disco muy divertido de escuchar. Habrá que ver cómo evoluciona el disco para cada uno. Los discos con los que más conecto de primeras suelen perder su interés en poco tiempo, pero estoy seguro que las decenas de capas que componen cada tema esconden sonidos que vamos a poder ir descubriendo durante mucho tiempo. Aunque espero que el siguiente disco no tarde tanto en llegar.
Texto: Andrés Rojo
