Fallece el músico y letrista Rafael Berrio, nacido en San Sebastián en 1964, tras no conseguir superar un cáncer de pulmón que en los últimos tiempos le llevó a cancelar algunos de sus últimos conciertos.
Con 56 años se va uno de los compositores más prolíficos y agudos que ha dado España. Llegó a mí cuando empecé a escuchar, y no a oír, la música. Tendría unos 9 o 10 años cuando mi padre, músico, profesor y escritor, puso en nuestro Peugeot 307, un CD color naranja que él mismo acababa de conseguir que editara una discográfica independiente valenciana.
Criminal Records editaba en el año 2000 uno de los discos que posteriormente me abrirían la mente a un mundo de música amplio y rico en palabras y sensaciones. «Planes de Fuga», de Deriva se convertía, como ya lo hicieron en esos primeros años, otros discos de Squirrel Nut Zippers, Eels o Bob Dylan; en uno de los ladrillos de la gran y férrea pared musical que mantengo hasta ahora.
Posteriormente, cuando «Harresilanda» salió a la calle, y también cuando se embarcó en solitario, pese a mantener mi distancia (su estilo pausado en la segunda etapa de Deriva y en solitario, no era del agrado de mi yo preadolescente), seguí sus pasos iluminado por mi padre.
Cuando conseguí, por fin, verle en directo en el Colegio Mayor Lluís Vives en 2011, me sorprendió ver a un hombre frágil en su apariencia; pero tenaz y ácido en palabras y versos. Ese día comprendí que había algo más allá de la música; más allá de los riffs; algo que estaba dentro de las palabras; de su elección y de su posicionamiento compositivo. No volví a ver la música igual desde entonces.
Ayer por la tarde recibía un mensaje de mi padre en el que me decía que Rafael Berrio había fallecido, y no pude contener mi tristeza. Se fue uno de los pilares involuntarios de mi cultura musical.
Como si de una canción profética se tratara, os marco un fragmento de su tema ‘Simulacro’, incluido en su disco «1971», de 2010: «Y ahora es tarde, algo tarde. Pues temo ir ya malherido. Temo haberme consumido, como si yo… tuviera el don… de vivir dos veces».
Descansa en paz, Rafael Berrio: siempre a la Deriva.
