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viernes, abril 19, 2024

Marco Pompero, un viaje al centro del intelecto.

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Charlar con un músico siempre es apasionante, pero si el tipo tiene una mente deslumbrante y su obra te deja petrificado, además es un placer. A continuación una síntesis de la agradable conversación que tuve con Marco. Una delicia lo que dejó este muchacho en mi grabadora.

Alcoi, 12/6/19 19.30

Marco nos recibe en La Tareta Tapería, un bar mítico en Alcoi donde él trabaja.

Un tipo aparentemente sencillo y tranquilo, moreno, con gafas, que lleva un pentagrama tatuado en su antebrazo derecho y en su mirada se ve el interés por la vida y el agradecimiento por esta charla. Un Marco Pompero generoso, que me permite asomarme a su universo, lo que fue y lo que es. En estas líneas encontrareis una delicia de conversación en la que se muestra sincero e ilusionado.

Nos sentamos en la terraza, por donde no dejan de desfilar clientes y amigos, que no dudan en interrumpir nuestra conversación, sabedores de que hay un forastero en la ciudad con un micrófono haciendo preguntas a Marco. Allí todos conocen la doble vida de Marco; sirve unas cañas perfectas y tiene una banda de música.

Queda así muy latente la dualidad en la vida de los músicos, que tienen que trabajar en otras cosas para poder vivir mientras esperan que sus canciones les lleven a terrenos más “cómodos”.

JAVIER CHICO. ¿Quién es Marco Pompero?

MARCO POMPERO. Alguien que hace canciones y que intenta dar su visión de la realidad por medio de la música.

JC. ¿Qué hubo en tu infancia que te hizo “clac”, me tengo que dedicar a esto?

MP. Considero que esto es algo más innato. No hay algo que te marque, sino que te vas dando cuenta de que te gusta la música y que, al final, quieres formar parte de ella. Y la forma en que se me dio fue hacer canciones.

JC. ¿Cogías de pequeño la escoba para simular una guitarra?

MP. No, a mí lo que me ocurrió fue con una raqueta, mi padre pensó que quería ser tenista y me quiso apuntar a clases de tenis.

JC. ¿Qué instrumentos cayeron de niño en tus manos?

MP. La guitarra. Yo tenía un amigo que tenía una guitarra y me di cuenta que iba a su casa para cogerla y hacer como que la tocaba. 

JC. ¿Qué artista o qué grupo o qué motivos son los culpables de que hayas hecho esto y de esta manera?

MP. Siempre he tenido varios grupos como referentes, pero nada con lo que me identificara. Estuve viviendo un año en Italia y fue al irme allí cuando descubrí la música popular de allí y los cantautores; Alessandro Mannarino, Vinicio Capossella, Fabrizio De André…, y vi como conectaban con la gente, cuando dije: “Fua, esto es lo que quiero hacer”. Antes me veía más como guitarrista que como cantautor pero cuando viví allí y experimenté como conectaban con el pueblo, cuando realmente sentí la necesidad de hacer canciones.

JC. En la primera escucha del álbum me vino rápidamente Tonino Carotone.

MP. Me cagó en el amor. La famosa canción de Tonino Carotone. Claro, desde que empecé fue como mi máxima influencia y no quería parecerme, pero sí fue de lo que más bebí en cuanto a canción de autor. De modo que si, si que tiene similitudes, sobre todo por esas melodías muy mediterráneas con instrumentos muy del folclore de allí.

JC . ¿Cuánto tiempo estuviste en Italia y con qué propósito?

MP. Estuve un año, lo intenté cuadrar con un Erasmus, que al final no cuadró, pero yo tenía claro que me quería ir. Me daba mucho miedo el tema del idioma, el inglés, y por tema de proximidad me sentía más capaz probando en Italia, así que decidí irme allí. Y tuve la suerte de conocer gente muy ligada con la música y me metí de lleno en lo que era el ambiente de la cultura de allí y, entre mis ganas y que me lo vi “servido”, fue todo muy fácil. Luego al regreso fue cuando dije; “¡hostia!”, ¿qué hago aquí ahora?. Porque todo ese ambiente, que tenía allí, aquí me costó encontrarlo. Entonces me di cuenta de que eso tenía que intentar crearlo, y ahí es donde salió la figura de Marco Pompero.

Portada del disco. Artwork: Eva Cremades.

JC. ¿Qué hacías en Italia para ganarte la vida?

MP. Curros de mierda, tocar en la calle y mal vivir. Busqué trabajo de repartidor de pizzas, sin tener moto, pero decidido a hacerlo en bici. El jefe valoró esa osadía y al final lo pudimos arreglar. Tuve curros de todo tipo para poder mantenerme en mis trece, estaba claro que no me iba a volver por eso.

JC. ¿Cómo arrancas entonces al volver a casa?

MP. Empecé a hacer lazos con gente, incluso con alguna que no tocaba nada y a las que les hice yo coger sus primeros instrumentos. Luego ya empecé a escribir mis propios temas y a tratar de formar un grupo. Fue poco a poco y, a día de hoy, somos una banda muy completa. La idea es que soy yo, son mis canciones y, dependiendo del momento, vestiremos los shows de una manera o de otra; yo solo, trío, banda completa…

JC. Finalmente empiezas a grabar discos y antes de este, del que venimos a hablar hoy, L’art És Sexual (La fera, 2019), hay un par más que no son fácilmente localizables. (risas)

MP. (Risas) A ver, hay ahí un par de trabajos anteriores, pero que no están en plataformas ni nada. He querido iniciar una etapa nueva ahora, porque es cuando más maduro me veo y cuando el producto más refleja lo que yo quiero expresar. Entonces veía que no tenía mucho sentido que la gente acudiese a un pasado que no se identifica con el presente, que no es que no esté orgulloso, pero considero que eso fue un trabajo previo para llegar al punto en el que estamos ahora. Si la gente tiene que buscar, que vaya directamente a lo que yo quiero enseñar.

JC. Tengo entendido que has escrito al menos un par de libros.

MP. Sí, bueno, tengo un libro de relatos y poemas y otro poemario muy pequeñito. Fue en un momento de mi vida en el que no me apetecía mucho el hacer música, por lo que implica el tema de ensayos, cuadrar horarios con músicos, buscar conciertos… Fue un momento más íntimo, en el que me dio por escribir sin pensar, más centrado en lo que son las letras que en acompañarlas de música. Hice un buen recogido de material, que pensaba que se podía publicar. Al final salió y por ahí andan.

JC. Por ir entrando en el disco, cuando lo escuché por primera vez, me empezaron a entrar por las orejas un montón de cosas, de sonidos, de referencias.  Yo decía: “esto suena a Cartone; en algún tema la voz de Diego Vasallo; me sonaba a Tom Waits; la de Alcoi me suena a Cohen, con la cadencia esa que tiene, no si a Zenet incluso…”. Con el rollo de este tipo de autores…

MP. Si, si, ahí hay una parte muy importante del productor, que es Blai Antoni Vañó y que, cuando yo hice las canciones, teniendo muy claros los referentes de los que había bebido, dijimos: ¿cómo vestimos el disco? O sea, ahí llega un momento de producción que es muy importante, el ver qué forma queremos darle y qué queríamos que fuese. Pues lo que tú has dicho. Nos centramos mucho en los sonidos de Tom Waits, en los sonidos de Cohen. Queríamos que fuese oscuro, que fuese pesado, que fuese industrial. Queríamos fomentar mucho el mensaje del Alcoi industrial e, inevitablemente, íbamos a esos artistas, y si, es algo que fue buscado. Al final, el tema de la producción en un disco es el 60% del producto. Tú puedes escribir canciones, pero, como no las vistas con un mensaje claro, se pierde, se diluye.

JC. Me alegra haber acertado. Porque lo he acertado y por el producto, porque lo habéis hecho bien.

MP. (Risas)… Sí. Si te ha llegado es porque el mensaje está bien dirigido…

JC. A colación de esto que dices de la producción y del estudio. También tengo entendido que no ha sido llegar al estudio, entrar, grabar, meterte un mes ahí dentro y sacarlo limpio. Creo que ha habido un par de intentonas al menos..

MC. Sí, se intentó, pero el tema de los músicos, no tener un formato de grupo, tiene su parte buena, eres más libre y como que tienes más poder de decisión, pero, por otra parte, es más difícil que ese mensaje llegue a los músicos a la primera. Tuvimos alguna intentona que no acabó de salir bien, esta última vez sí. Hemos encontrado un grupo de músicos, a los que conozco de mucho tiempo, que se han trabajado los temas, hemos ensayado y entonces ahora en el estudio sí que ha sido posible. Ha habido un trabajo previo, he estado trabajando individualmente con ellos y cuando nos hemos metido en el estudio ha sido más fácil.

JC. Y los muchachos que te acompañan, ¿quiénes son? Háblame de ellos.

MP. A ver, tengo a la batería a Antonio Lozano, que me ha acompañado desde siempre. En la percusión tenemos a Pablo Rosell. El juego de cuerda de Raúl Calatayud y Jordi Sanz. En los vientos tengo a Josele, un trompetista de Cocentaina, que siempre ha estado conmigo. David Fenollar. Blai que ha sido el productor y toca las eléctricas. Y Andreu Vidal al contrabajo, que es como un hermano mío, que ha estado ahí apoyándome a fuego desde el principio.

JC. Sí, Andreu está muy contento con el trabajo que hace contigo. No sé si te lo habrá manifestado.

MP. Ahí está, Andreu sí que me ha comentado muchas veces que le he dado la opción de hacer cosas diferentes que no había hecho. De hecho, el contrabajo, a día de hoy, lo toca únicamente en Marco Pompero.

JC. Realmente, la palabras que me dijo fueron que el mejor disco que él había grabado en su vida había sido contigo.

MP. ¡¡Jooooooder!! Eso es que me está haciendo la pelota (risas).

JC. Puede ser, pero tampoco me dijo que te lo confesara, fue información privada…(risas)

MP. La verdad es que sí lo ha disfrutado. Yo también. Él cuando cumple, cumple bien.

JC. El disco es un producto un tanto particular, por supuesto está alejadísimo de lo convencional y de lo comercial. Y cuando lo escuché por primera vez, me dio la sensación y te lo digo de corazón, no es porque venga a entrevistarte, lo escuché y me dije: “este disco va a estar durante un tiempo por encima de mi, creo que no voy a poder llegar… esto es un producto de culto, aquí hay mucho donde rascar, se nota que está muy bien trabajado, las letras están muy bien escritas y los instrumentos muy bien metidos en su sitio”. Y al final, tras escucharlo muchas veces, el álbum cobra sentido. Pero en la primera escucha piensas: “¡Hostia!, si esto lo escucha alguien que sabe de música…”, es como: “¡Wow!, esto me tengo que sentar a escucharlo y con calma”.

MP. Es un disco que me ha sobrepasado hasta a mí. Ha habido momentos en los que yo he perdido la perspectiva y no sabía, muy muy bien, ni lo que estábamos haciendo. Sabíamos hacia donde queríamos ir; queríamos un trabajo que llamase la atención, para bien o para mal. Pero ha habido momentos, sobre todo cuando jugábamos con el tema de arreglos con sintes, con los teclados y tal, que perdimos un poco la perspectiva, llegando a no saber si, lo que estábamos haciendo, me gustaba o no me gustaba. Hubo un momento en el que yo pensaba que estábamos como; a ver hasta donde podemos llegar, pero ahora ya no lo veo tan raro. Eso, para venderlo así de una forma rápida, es un problema. Pero también ha habido mucha gente a la que le ha cautivado y ha dicho voy a escucharlo dos veces, cuando, hoy en día, que alguien escuche dos veces un grupo, un disco o una canción, es complicado. En ese sentido, sí que estoy contento, porque es un disco que llama la atención, yo creo que sí, que lo hemos conseguido.

JC. El título es L’ Art ès sexual. ¿Qué es lo que querías contar con el álbum?

MP. Es un poco complicado. Al principio, tampoco sabía muy bien lo que quería expresar. Hice como un trabajo interno de intentar darle un sentido conceptual. Es un grito a la pasión, es un llamamiento a la visceralidad, a que el arte es arte y el arte es una expresión visceral del ser humano. Y no hay nada más visceral en el ser humano, que esta sexualidad que tenemos todos para todo lo que hacemos. Cuando eso se pierde nos convertimos en un operario en una cadena de montaje, en donde nos morimos por dentro. Quería que el nombre fuese llamativo y que crease ese sentimiento de decir: “¡Joder! ¡Es que estamos vivos!”. De ahí viene un poco el nombre, esa relación de arte y sexo. Unirlo como motor del ser humano.

JC. El hecho de escribir, de componer en castellano, en valenciano…

MP. Eso ha sido muy natural. Cuando empecé escribía prácticamente todo en castellano. Lo que pasa es que la vida te va poniendo personas en el camino con las que me relaciono en valenciano. Y a la hora de escribir, dependiendo en qué y en quién estaba pensando, me salía de forma natural. No ha sido nada intencionado, ha sido algo cómodo.

JC. ¿Tienes alguna preferida entre todas tus nenas?

MP. (Risas) Depende del día y cómo me levanto. Por ejemplo, cuando en Alcoi no obtuvimos respuesta para presentar el disco, mi preferida era “A Alcoi”. Estaba hecha para expresar ese sentimiento. “El himno del pecadors” también me gusta mucho…

JC. “El niño que quiere ser artista”, ¿es autobiográfica? Esta pregunta se me acaba de ocurrir, te lo juro. (Risas)

MP. Sí, totalmente. Además, es una de las más antiguas. En un principio era un descarte, pero al final tiene un toque fresco que el disco, como composición total, necesitaba también y ha cogido fuerza. Ya anuncio que, en directo, es una de las canciones que más funciona.

JC. Roja. Háblame de ella. Roja, ¿qué es? ¿Un nombre propio, un color político, un color amoroso…?

MP. Es un color amoroso, pero también es un color de lucha, porque es una historia que, en su momento, acabó bien y, de momento, está bien, pero era una canción de lucha total. También hay mucha gente que le ha dado un sentido político, que también me gusta. Tú haces las canciones y, al final, que la gente las interprete como quiera. Pero surgió más como un anhelo amoroso, que con una intención política.

JC. Eres un tipo comprometido que te encanta lo que haces. Te lo tomas en serio y sabes que componer, escribir y cantar es llegar a mucha gente y es transmitir un mensaje que cada uno lo interpretará según su circunstancia. No sé si hay algún mensaje que quieras emitir nítido, sin lugar a la confusión…

MP. Sí, a ver, hay uno muy claro. Mientras la gente de izquierdas estamos sin aclararnos, haciendo el imbécil, los fascistas están cada vez más dentro. Se nos están metiendo hasta en la sopa.

JC. Hace poco escuché a alguien que decía que, en realidad, todas las canciones hablan de amor, aunque no sean de amor.

MP. Lo que me ha sorprendido del disco es que hay mogollón de canciones, que yo escribí con una intención, y la gente se las ha hecho suyas y les ha dado otro sentido, que a mi me fascina. Me hace flipar, porque se crea como un diálogo muy bonito, y eso te lo da la música.

JC. Claro, vosotros escribís canciones y a la gente nos llegan, y con lo que está viviendo cada uno… Yo podría haber cogido la canción de “Roja” y hacérmela a mi propia historia…

MP. Sí, sí, totalmente. Eso es lo bonito.

JC. Hay un par de colaboraciones en el disco.

MP. Participan Hugo Mas y Andreu Valor, que para mí son dos referentes brutales de la cultura del País Valencià. Hugo Mas es un tío que te sorprende con cada cosa que hace, igual te hace un corto, que te escribe un libro, que te saca un disco sobre las capas de la tierra, que te hace un disco de jazz perfecto, te toca el saxo… Es un polifacético, al que yo admiro. Y hablar de Alcoi sin meter la voz de Hugo Mas…

Y luego está Andreu Valor, que es el trabajador incansable. Esa persona es un ejemplo de cómo se trabaja por y para la cultura. No he visto a nadie, a día de hoy, tan profesional como Andreu Valor, y es un honor que, tanto uno como el otro, hayan participado sin ningún tipo de inconveniente ni obstáculo.

JC. Decías que “El niño que quiere ser artista” es uno de los temas que en directo suena más potentes. ¿Cómo preparas los directos?

MP. Depende de la sala. Yo intento adaptarme a lo que busca cada sala. Según la ocasión, puede ser sólo guitarra, dúo, trío, mas acústico, con percusión, etc. Ahora para la presentación, que hacemos aquí en Alcoi el día  22 (22-06-19) en el Badvoodoo, vamos a tope.

JC. En Valencia podremos veros en el Kaf Café.

MP. En el Kafka tenemos una relación especial, porque íbamos allí a los Microsabiertos, al bar de Sebas, y siempre hemos estado allí muy a gusto y queríamos hacer allí un concierto. Será un concierto bonito, vamos con un juego de cuerdas vistoso, vamos con Andreu con el contrabajo, mandolinas, el guitarrón, y yo con la guitarra. Será un concierto chulo.

JC. ¿Cuál es el mejor pretexto que puede encontrar un fan, o un posible fan, para ir a ver a Marco Pompero?

MP. Si hay algo que ofrezco, y eso creo que no lo voy a perder nunca, es que son conciertos sinceros y directos. Eso es lo que a mi me da vida e intento no dejar a nadie indiferente. Intento que la gente se vaya diciendo: ¡joder, me han tocado por dentro!

JC. ¿Cuál es la única excusa que se puede poner para no ir a ver a Marco Pompero en directo?

MP. Que estén follando con el amor de su vida.

JC. ¿Qué hace Marco Pompero cuando no está con la guitarra o no está currando?

MP. Bebiendo con mis amigos.

JC. ¿Qué te va más, whisky, ginebra…?

MP. Whisky, siempre whisky. Whisky y birra, y, cuando se juntan las dos, es cuando la noche se va a liar mucho.

JC. ¿Cuál es el concierto, al que has ido, que más se te ha clavado ahí para siempre?

MP. A Pau Vallvé, aquí en Alcoi. Fuimos sin saber quién era, de resaca, era gratis. Y nos flipó como un tío el solo, con un bombo y una guitarra, podía hacer un espectáculo de hora y media sin aburrir.

JC. ¿Qué discos tienes encima de la mesita?

Sonámbula Films

MP. Cualquiera de Devendra Banhart. Es mi músico de cabecera.

JC. ¿Qué pregunta le responderías con más facilidad a Broncano, la del dinero o la del sexo?

MP. La del dinero, le diría que ninguno. (Risas).

Un placer de charla.

Mucha suerte.

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Javier Chico
Javier Chicohttp://vierchi.com
Solo cuando duermo no estoy escuchando música. Insomne. Disfrutón. Trabajo con la madera. Tengo en mi cabeza un montón de palabras y las voy esparciendo por aquí. Intento contar lo que veo en los conciertos. Emotion developer.
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