Mucho estamos oyendo hablar estos días de la ‘nueva normalidad’ en la que nos veremos abocados una vez lleguemos a la fase final de la tan ansiada desescalada. Término que hemos escuchado desde nuestro presidente hasta en incontables tertulias, pero en ninguno de estos encuentros encontramos atisbo de solución en lo que refiere a la cultura y, específicamente, en el ámbito de la música.
La música en directo, para muchos artistas la única fuente de ingresos real, parece que se esté quedando huérfana. Hablando sobre esta problemática, ya palpable, con diferentes agentes musicales caes en la cuenta de que no existe un consenso en cómo abordar la salvación de la música en directo. No parecen florecer nuevas propuestas para esta ‘nueva normalidad’, que esperemos sea temporal, y solo existen lamentos de la precaria situación mientras el tiempo para la acción va menguando.
Para que esto no parezca la escena final de Titanic, donde solo se salva Rose en detrimento de Jack, debemos entender que hay 3 actores que han de remar conjuntamente para poder auxiliarnos. Cada actor debe interpretar un papel diferente, perfectamente sincronizado, donde la flaqueza de uno de ellos supondría el zambullido de la música en directo hasta lo más profundo del ostracismo. Estos tres actores son:
Público. Su rol es el más importante de todos. Han de volcarse en apoyar la escena musical, esforzarse en acudir más a los pequeños shows que hacen los/las músicos/as en humildes salas, más ahora que parece que no se van a celebrar macrofestivales (que solo aportan precariedad para las pequeñas bandas). Las bandas no solo pueden vivir únicamente de festivales o de las escuchas de plataformas musicales online, donde para para ingresar 1€ bruto se han de realizar más de 300 reproducciones (fuente Digital Surfers), a los grupos también se les apoya yendo a sus conciertos en salas y adquiriendo sus discos o merch. Como consumidores, deberíamos ser conscientes del tipo de consumo y apoyo que ofrecemos a la escena musical.
Empresarios/as. Con ello me refiero a promotoras, salas y sucedáneos que conviven alrededor de la música en directo. Han de dejar de tener una mentalidad, al menos en estos tiempos de ‘nueva normalidad’, de empresarios/as donde solo ponen su atención en conseguir pingües beneficios. Han de ser conscientes de que si no son capaces de arrimar el hombro, ajustar cinturón y aceptar que en estos momentos prima la salvación de la música en directo antes que únicamente el beneficio económico que puedan llegar a conseguir. Por ejemplo algunas salas, de momento, solo han sacado unos bonos para la consumición… mirada de ombligo. Han de adoptar medidas extraordinarias, dando facilidades y ejemplo de que su visión nos es simplemente empresarial y que han de adaptarse a nuevas reglas (momentáneas) y abrir la mano para facilitar la celebración de música en vivo. Su responsabilidad está en formar parte del engranaje que permita seguir haciendo girar la rueda de los conciertos y no torpedearla
Músicos/as. Sin duda son los primeros perjudicados, posiblemente este duro golpe haga que muchas bandas se planteen tirar la toalla, dejando más desalmada la de ya por sí maltrecha escena. Aún recuerdo la ‘huelga en redes’ que hicieron algunos/as artistas. No entraré en si fue un acto banal o no, solo espero que esa extraña unión de la mayoría de los/as artistas no quede en una ‘rara avis’ que se quede dentro del ámbito de la pandemia. Esta unión de los/as artistas, independientemente de la posición que tuviesen, debería perpetuarse en esta ‘nueva normalidad, unir fuerza y esfuerzos para salvarse. Este escenario debería servir para plantearse nuevas fórmulas para que la música en vivo siga así, viva. Posiblemente una de esas soluciones pase por hacer pequeñas asociaciones de músicos/as locales, buscando espacios comunes y autogestionadas para mantener a flote esta balsa que lleva años con grietas que hacen inviable su flotabilidad. Crear pequeñas redes estatales de artistas que permitan su fluctuación por estos espacios, es decir, pasar de la lógica individualista capitalista, para adentrarnos en espacios de cooperación que permitan facilidades para la realización de eventos y que den autonomía a los/as artistas a crear y actuar en total libertad.
A falta de unas semanas para llegar a esa ‘nueva normalidad’, no hay ningún ticket vendido para afrontarla y, en ese caso, podremos anunciar que fuimos responsables del ‘sold out’ en favor del ostracismo de la música en directo.
