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viernes, marzo 29, 2024

La música de Los Soprano

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Era un hombre grande. Corpulento. Al que le gustaba comer. Y comer mucho. Al que le agradaban los excesos en su vida. Mujeres, violencia, lujos, regalos imponentes, sueños sin sentidos, mentiras sobre sus sentimientos, traumas sin cicatrices y, sobre todo, cantidades ingentes para zampar, para beber y para tomar alguna que otra sustancia estupefaciente. Todo ello elevado a la máxima potencia. Así quiso su creador que fuera la vida de Tony Soprano. A David Chase no solo le bastó con encandilar a la audiencia con la efervescente magnitud de su Frankenstein particular. No, no le bastó. También quiso que la música cobrara vital importancia en la historia del capo de la mafia de Nueva Jersey.

Tras pasar el Túnel Lincoln

La entradilla no hubiera sido lo mismo sin la canción Woke up this morning, del grupo británico Alabama 3. No hay duda de eso. Una tonadilla que pone al espectador en situación, lo que viene después de ello no a va ser un camino de rosas. La melodía muestra un tipo duro que sería capaz de hacer cualquier cosa por seguir hacia adelante, te hace imaginar con el tipo de personas con los que se codea. Y en ella se puede escuchar las siguientes frases: “Your mama always said you’d be the chosen one” y “your papa never tod you about right and wrong”.

Pero todo esto podría haber sido de otra manera. Las inconfundibles imágenes en la que se ve a James Gandolfini conduciendo por la selva industrializada con sus brazos peludos, con su puro en la boca, con el humo del puro arrebatándole el espacio al oxigeno tras pasear el coche dejando atrás el Túnel Lincoln, adentrándose en la New Jersey Turnpike, pasando por el costado de Pizzaland y aparcando en la entrada de su imponente mansión pudo haber llevado otro ritmo.

La canción que Chase había escuchado seis meses atrás por la radio no estaba predestinada, en principio, a ser la cabecera de todos los capítulos. El artífice de unas de las series más vistas quería usar una música diferente para cada uno de los episodios, pero HBO no lo veía de la misma manera. “Me dijeron que no. Cuando el espectador oyese esa canción, identificaría la serie”, explicó el director norteamericano en el documental The Music of The Sopranos. E incluso Matt Groening y sus Simpson le hicieron un homenaje a ese comienzo que se repitió hasta en 86 ocasiones.

El rock de las décadas de los 60, 70 y 80 es el predominante en una de las series que marcó el paso para lo que vendría después y la ferviente fiebre por este tipo de contenidos. Las series ya no quedaban tan alejadas de las películas. El tipo que decia frases como que «la próxima vez no habrá próxima vez» marcó un antes y un después.

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El autor no quiso crear una banda sonora. Chase no consiguió empezar cada capítulo con una canción diferente, pero sí acabarlos. You can’t put your arms around a Memory, de Johnny Thunders; Fisherman’s daughter, de Daniel Lanois, Gold Leaves; The beast in me, de Nick Lowe son algunos de los cierres.

Hay mucha filarmonía en la existencia en Nueva Jersey. “Añadíamos la música después de grabar.  Rodábamos el episodio lo mejor posible desde el punto de vista dramático y cómico. Después probábamos varias canciones como fondo para las imágenes”, explicó el creador de la serie. No debió ser un trabajo fácil por lo que comentaron aquellos que tuvieron que editar cada capítulo. “Chase traía 20 canciones para cada una de las escenas y cada una como la noche y el día”, recordó Kathy Dayak, montadora musical.

Cineastas de la talla de Martin Scorsese o de Stanley Kubrick han usado el mismo modus operandi que Chase. Todos ellos inyectaban música ya grabada a sus películas. No querían concebir sonidos nuevos para sus proyectos. “Hay temas que siempre he querido usarlos”, afirmó el escritor principal de Los Soprano. Inspirado por sus ídolos y, especialmente por el largometraje Malas calles, el estadunidense lo tuvo claro en su propia serie. “No quiso contratar a un compositor para no dictarle al público cómo sentirse”, argumentó Martin Bruestle, productor de esta obra.

Steve Van Zandt, Silvio Dante, el consigliere, fue guitarrista de la E Street Band, el grupo que encabezaba Bruce Springsteen, y con sus conocimientos musicales colaboró en la creación de atmosfera y no solo eso, sino que también busca tener una incidencia  sopraniana sobre la persona que lo está observando. “Se puede complementar la escena”, apostilló la mano derecha de Tony. De esta manera, se da un valor añadido y no se sobrecarga la dramaturgia, debido a que se da una información adicional con el sonido de fuera.

Bob Dylan grabó Return to me para la serie. El que fuera ganador del Premio Nobel de Literatura en 2016 no quiso dejar escapar la posibilidad de dejar su particular voz en la vida de Tony Soprano y en los que le rodeaban. Por otro lado, hubo actores que también tuvieron que calentar la garganta. Dominic Chianese, quien interpretó a Junior Soprano, canta una serenata napolitana titulada  Cuore ingrato en el funeral de Jackie Junior celebrado en el Nuevo Vesubio. Aunque se haga el remolón, desde sus adentros sale como un cohete las ganas de entonar esa canción tan melancólica, tan sentimentalista y tan triste que hace que todos los presentes que la escuchan se sientan algo más unidos. Sin olvidar las lágrimas de cocodrilo de los presentes en el velatorio.

Pero no toda la música que se consume está dentro de los cánones en los cuales las personas se atreven a testificar sobre ella cuando se le pregunta por lo que escucha. Tony y su oronda figura y mirada socarrona no iba a ser menos. “Siendo 100 % realistas, los personajes de la serie habrían escuchado mucha mierda. Tony, Carmela y sus hijos”, explicó entre risas el guitarrista.

Plato de pasta frío después del Bada Bing!

Si algo ha enseñado Hollywood, es que los malhechores siempre se reúnen en un mismo sitio. Y ese emplazamiento de confluencia no es la casa de ninguno de ellos. Todos los mafiosos tienen un lugar de encuentro, un local que usan como tapadera. Y a orillas del río Delaware no iban a ser menos. Para Tony, Christopher, Silvio, Paulie, entre otros, ese era el club de estriptís Bada Bing! En él, esta banda de camorreros pudo preparar sus siguientes palos, contrarrestar los golpes de las familias rivales. Y en él, siendo uno de los escenarios con más transacciones y alboroto de New Jersey se pueden escuchar un número copioso de canciones.

Viking, de Los Lobos;  The Man With the Harmonica, remix de Apollo Four Forty; Jusjerset take it or leave it, de Jet; Ugly Stadium, de Tipsy; The Memory Remains, de Metallica; Living on a thin line, de The Kinks; Nod Off, de Keleton Key; Ghost Riders In Sky de The Ramrods, entre otras, son algunas de las canciones que ponen banda sonora a esa emblemática guarida de machos alfas.

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Los soprano, una serie que tuvo que implantar una pistola en su iconografía para que el público no se pensase que trataba sobre cantantes de ópera. “El mundo está lleno de lloricas”, afirmó Tony en numerosas ocasiones en la consulta de la doctora Melfi. Puede que al grandullón descendiente de italianos la ópera le parezca eso. Con te Partiró es una de ellas. Otra es Chi’Il Bel Sogno Di Doretta, una canción con la que comienza todo. Esta suena cuando Tony Soprano ve como los patos que viven en su piscina levantan las alas y alzan el vuelo. Quien haya visto la vida de este soldado de bebidas alcohólicas de compañías femeninas con acentos exóticos, no podrá mirar de la misma manera a los patos después de ello.

La cultura pop musical es la cultura musical de Tony Soprano. Eso es lo que escuchó en su vida. Canciones que se tragan y que se cagan mucho antes de acabar de hacer la digestión. Pero en su vida no estaba solo. El capo estaba rodeado de cuatro mujeres. Su madre, hermana, mujer e hija. A todas ellas las trataba de la misma manera, pero de diferente forma.

Wheel in the sky, de Journey; Gotta serve somebody, de Bob Dylan, More than a feeling, de Boston, entre otras muchas canciones más, son algunas de las que podemos oír en diferentes momentos de la existencia de la hampa Soprano. Algunas de ellas sirven desde cuando determinado personaje aparece en escena, para cuando ninguno de la Cosa Nostra de Jersey decide ponerse al frente, cuando Tony va a la consulta de la Doctora Melfi para asegurarle que está aburrido, hasta cuando Carmela, la mujer del capo, se siente atraida por el hombre que va a redecorar su casa. Música y trama aportando todavía más a la escena.

Cake, It was a very good year, Baubles, Bangles and Beads. Estas melodías cantadas por Frank Sinatra embellecen la sobrevivencia de la cabeza visible de la mafia que se reúne en la carnicería Satriale’s. No debe ser fácil ser así de furioso y de intimidatorio, pero siempre le queda hacerlo todo a su manera. O a la My way. No solo es importante La voz, junto a él, Dean Martin es un pilar fundamental en la historia que se cuenta del noroeste de América.

Las canciones con letras o solo con instrumentos, las tonalidades, los ritmos rápidos o lentos, todos ellos exhiben tensiones sexuales no resueltas, el ir demasiado lejos, viajes a Belice, rencillas familiares, comportamientos heredados, partidas de póker, prestamos que no se pueden pagar, desconfianzas en todo momento, puñaladas desde atrás por los que creías que eran de los tuyos, platos de pasta recalentados al llegar a casa, las goomahs (amantes), ajuste de cuentas, depresiones, dudas en todo momento e infelicidades en el matrimonio.

Más de ochenta horas de televisión dan para mucha música. Y esta sirve para percatarse del fuero interno de los personajes, ya tenga ese sonido relación con la trama, se recalquen las emociones o sea un aporte aun mayúsculo a lo que se está divisando. O, como le ocurre a la gente de la calle, para que ellos, por ejemplo, recuerden los movimientos de boxeo del largometraje Toro salvaje en el restaurante Vesubio.

Tras realizar un cálculo, cada episodio tiene alrededor de diez canciones, multiplicándolo por el número de capítulos que se realizaron, en Los Soprano ha habido más de 800 tonadillas diferentes. Una banda sonora a la altura de la serie. Y de donde se sonsaca que David Chase es un melómano empedernido.

«Soy el hijo de puta que manda aquí», proclamó el que nunca se excusó y el que usó a su favor las lecciones que la vida o su psiquiatra le dieron. Uno de los tantos problemas que tiene el personaje de Gandolfini proviene de su subconsciente. Su mente le pasa muy malas pasadas. Muchos sueños tiene el mafioso padre de dos hijos. Pero estos no son como esos sueños que anhelas que pasen. Son sueños que le atrapan y le tormenta. Uno de estos le ocurre cuando Tony entra coma. En el sueño, él no tiene que ver con la gestión de residuos. Ni por asomo. En el letargo, donde deja lado sus embestidas, es un prestigioso hombre de negocios. Y este sueño está amenizado con The will never be another you, de Jimmy Smith, When it’s cold i’d like to die, de Mody y Day after day, de Badfinger. Y cuando el personaje que siempre deambula por el infierno se despierta de ese coma ocasionado por el disparo de su chocheante tío, suena The deadly nightsade de Daniel Lanois.

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“Casi todas las canciones clave tienen letra”, remarcó el director en el documental. El guionista de la serie debió pensar que la música amansaba a las fieras  y eso hizo desde la primera aparición en televisión en el mes de enero del año 1999 hasta la última en el 2007. “La letra es otra forma de dialogo. Es un coro griego”. Para Chase las armonías, las tonalidades y el ritmo son de suma importancia, ya que en 2012 bajo su dirección se estrenó Not fade away, una película que trata sobre unos jóvenes que tratan de formar un grupo musical.

Detestable, misógino, egoísta, un niño en el cuerpo de un armario empotrado, él está por encima de todo y de todos, genocida en sus actos, dominante, cabezota, rencoroso, epiléptico en sus amores, de mente enfermiza, en busca siempre de provocar temor. Con el debido respeto, así es Tony, un hombre convencido de que, en ocasiones, todo se soluciona con una invitación a cenar. Y el espectador que visualiza a Gandolfini en ese papel se siente odioso por venerar esa conducta. Ni numerosas friegas en la ducha pueden hacer que el público que se siente atraído por esa conducta se quite ese tatuaje en su sesera. Tanto como la cabeza visible de la familia Soprano como la música que le acompaña es su vivir provoca la melancolía de recordarlos.

La serie, como no puede ser de otra manera, acaba con música. Restaurante, los mejores aros de cebolla del estado, máquina para elegir la canción después de que se haya metido una moneda. Todo ello recuerda a la ruta 66, a lo más arraigado de la cultura de los Estados Unidos. Don´t stop believing es la última tonadilla que se escucha. Por ende, esta da paso al fundido a negro más famoso de la historia de la pequeña pantalla y que más quebraderos de cabeza ha provocado. Conforme se llega al final, probablemente, no se oiga ni cuando pase.

Texto: Jose Ruiz

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REDACCIÓN
REDACCIÓNhttp://www.lagramoladekeith.com
Redacción, La Gramola de Keith.
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