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sábado, abril 20, 2024

Tavistock irrumpe en la escena de una manera contundente

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Los lectores que formen, hayan formado parte de, o sean cercanos a grupos de música sabrán que una banda es como una compleja relación de pareja, en la que cada individuo imprime su carácter e influencias, y que se ve resentida cuando alguno de ellos no pasa por sus mejores momentos o se ve obligado a abandonar el barco en medio del viaje.

La historia del grupo del que hoy hablamos, los metaleros Tavistock, a pesar de ser relativamente corta ya se ha visto afectada por algunos de los efectos de la tormenta que amenaza a toda banda: tras una primera y fructífera etapa de apenas un año, en la que engendraron varios temas en castellano con su anterior vocalista, éste tuvo que abandonar el grupo y fue sustituido por Antoni Gómez, el cual ha sabido tomar el relevo y conferir su estilo propio gracias a registros más melódicos y sus letras en inglés.

Tras año y medio de duro trabajo asistimos al fruto de este segundo período en forma de disco, de título homónimo a la banda, grabado en Novoestudios y que nos trae diez temas que bien podrían considerarse ensayos sobre la sociedad, el individuo y nuestra pasiva manera de vivir controlados por los poderes fácticos.

Sin ir más lejos, es lo primero que nos encontramos al reproducir el disco: “Utopía”. Este tema es un claro reflejo de las dos etapas de la banda puesto que, durante la primera mitad podemos escuchar, a modo de guiño y como homenaje, a su anterior cantante al cual se une Antoni para encauzar el final. Además, no cabe duda que éste es uno de los temas más trash del disco, estilo que predominaba en su primer período.

El disco continúa con Goldstein, el single de su nuevo videoclip, con el que rápidamente nos adentramos, a base de latigazos del slap de Pablo Latorre, en los terrenos del nu metal y el metal industrial. Nos encontramos de repente en un mundo distópico, como el presentado por George Orwell en su novela 1984, de mano de Winston Smith, sintiendo la opresión a la que es sometido el individuo para el que el Gran Hermano no es más que un número, 6079 en el caso de nuestro protagonista. Sin embargo, la solución al problema está en nuestras manos, y es que  las cadenas invisibles que nos oprimen pueden romperse si actuamos más allá del individuo y nos reforzamos en el grupo.

En Shut The Door (To the Voices) descubrimos la manipulación a la que son sometidos los medios de comunicación por medio de poderes ocultos. Los gritos desgarrados de Antoni nos recuerdan cómo cada vez nos volvemos más insensibles y fríos respecto a graves catástrofes siempre y cuando tengamos nuestra dosis de circo personal.

Llegamos al tercer corte, Agnostic Human, el cual comienza de una manera tan trash que recuerda a los Sepultura del Chaos A.D., y gran parte de culpa la tiene la química patente entre la guitarra de Nacho Vilaplana, Pablo y cómo se asocian con Jorge Garrido, el batería. Una prueba irrefutable de que la unión del individuo estableciendo un grupo (una banda de música en este caso) lo fortalece. Es inevitable no exudar rabia por todos los poros del cuerpo gracias a la combinación entre los desgarros vocales de Antoni y sus trozos más melódicos. Headbanging a muerte en Torremolinos.

El punteado del inicio de Paper Universe vaticina lo que nos vamos a encontrar a lo largo de los cerca de siete minutos que nos esperan: una atmósfera pesada, cargada de palm mute, melodías guturales y golpes de doble pedal que conforman una realidad de la que no se puede escapar, justo la sensación que la letra nos trata de transmitir.

Con All the Thieves in Our Minds nos tomamos un pequeño respiro pues se trata de una canción más melódica, aunque no falta de energía, de lo que han sido las anteriores. Me van a permitir que haga mención especial al virtuoso sólo de más de un minuto que se marca Nacho. Escuchen y juzguen ustedes mismos.

Nos acercamos al final del disco y me asalta un pensamiento: ¿Soy yo el único al que el estribillo de Revolution of Apprentice le ha traído el de Before I Forget (de Slipknot) a la mente? En concreto cómo se recalca el rol que juega cada actor en esta revolución multitudinaria, denotada por la entonación a coro de las copias de ese hombre perfecto original.

Como ya escribí en la crónica del concierto de presentación de su disco, Thirsty es la canción que más progresiva me parece de su repertorio. Además, las líneas de bajo, las melodías vocales, los riffs de guitarra y lo contundente de la batería me recuerda a Tool totalmente. Qué temazo. Seguid vosotros que yo me quedo un rato aquí pulsando el botón de repetir, ya continúo luego.

Ya en el penúltimo tema, Made of Glass hace imposible que nuestro cuerpo no se deje llevar por lo colorido de sus diferentes secciones. Una canción que prepara para el final, y es que nada mejor que terminar con Requiem, una instrumental que cualquiera diría que podría haber salido del Heritage de Opeth. Ahí lo dejo y me alejo despacio.

En definitiva, nos encontramos ante un disco que nos insta a mirar en nuestro interior, a recapacitar y cuestionar la realidad que vivimos y tratar de descubrir la verdad que hay más allá de la que vemos o nos muestran. Que musicalmente evoca a bandas consolidadas del metal y que sin duda pone el listón muy alto para las próximas entradas al estudio de grabación de Tavistock.

No dudéis en haceros con una copia en sus conciertos o contactando con ellos por Facebook, no os arrepentiréis.

Texto: Jorge Jordán

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REDACCIÓN
REDACCIÓNhttp://www.lagramoladekeith.com
Redacción, La Gramola de Keith.
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