Ya hace cuatro días que acabó el Low Festival. Cuatro días en los que he estado pensando si escribir este post o no. Cuatro días en los que no he parado de comparar esta edición del festival con las otras dos anteriores a las que asistí y no paraba de negar con la cabeza al hacerlo. Soy consciente de que es bastante probable que si este post lo leen los responsables del festival no volvamos a ir acreditados al Low Festival pero es que lo de esta edición ha sido como para contarlo y lo voy a contar siempre comparando con años anteriores, ediciones que me han llevado a decir varias veces en mi programa de radio que el Low Festival era mi festival favorito. Este post no es para criticar gratuitamente sino para que, si lo leen los responsables del festival, corrijan estas cosas para que los profesionales de prensa podamos hacer bien nuestro trabajo. Todo lo que voy a contar a continuación es impensable encontrarlo en festivales como el FIB o el Arenal Sound por ejemplo, festivales los dos de la misma comunidad autónoma que el Low.
En fin, vamos a ello. Llegamos al recinto el viernes pasadas las seis de la tarde. Al llegar nos dirigimos a la zona de acreditaciones y allí se nos informa de que no tenemos photopass (el pase que da acceso al foso en los conciertos para poder hacer fotos), algo que se nos debía haber informado por correo con antelación y no fue así, tras un rato protestando (siempre con educación y buenas maneras) por este hecho, llega la responsable de prensa que nos reitera (con no tan buenas maneras) que no podemos hacer fotos ni siquiera desde fuera del foso y que las fotos se nos facilitarían en un dropbox (las mismas fotos para casi todos los medios!!) y que no es algo de la organización sino que las bandas han decidido qué fotógrafos pueden entrar y qué fotógrafos no (habría preferido que me digan que es cosa de la organización a que me mientan así pero bueno…).
Con resignación e indignación nos dirigimos a la entrada del recinto donde, pese a ser prensa, se nos cachea, registra y se nos obliga a pasar la pulsera por un lector que, como no, no funciona y nos toca volver a la zona de prensa a que se nos valide y otra vez registro y cacheo.
Por fin estamos dentro y nos dirigimos a la zona de prensa que está situada en el mismo punto que años anteriores solo que en esta ocasión no se nos deja acceder pese a llevar la pulsera de prensa (increíble). Tras unos minutos de confusión y llamadas por walkie-talkie del seguridad (que por cierto me pareció un tipo muy majo, sin duda el más majo de todo el staff con el que tuvimos trato) se nos da acceso a la zona de prensa, una zona de prensa en la que no hay ningún responsable de organización para aclararnos dudas, no hay horarios ni restricciones para el tema de fotografías (bueno, eso no lo necesitábamos al no tener photopass, claro) ni por supuesto setlists. Tan solo hay un wifi anotado con su contraseña correspondiente que luego funcionaba cuando quería y carteles de coca-cola, mesas de coca-cola, sillas de coca-cola y una nevera en la que puedes pensar que va a haber coca-cola al menos pero no, hay agua, eso si, de la marca filial de coca-cola, Aqua Bona. Y bueno, algo que no es culpa de los nuevos organizadores porque ya ocurría (eso si, en menor medida al haber menos escenarios) en años anteriores es la localización geográfica de la zona de prensa ya que está entre el escenario Ron Matusalem y los dos pequeños con lo que siempre vas a tener dos conciertos al mismo tiempo con lo que el dolor de cabeza allí dentro está más que garantizado.
Lo que más me alucinó sinceramente es la no presencia de alguien allí para aclararnos dudas o al menos en ningún momento nadie de identificó como responsable de prensa, cosa que en años anteriores si ocurrió pero bueno, la persona de años anteriores (no diremos su nombre por si a él le molesta, solo sus iniciales G.N.) es un auténtico profesional y por eso está en varios de los mejores festivales de este país. Otra cosa que eché de menos fue un W.C. que otros años si que estuvo junto a la zona de prensa pero en fin, solo me queda desearle suerte al festival y que, de cara a próximas ediciones, cuide mejor a los medios porque son realmente importantes para el buen funcionamiento y son una gran fuente de publicidad para citas musicales como esta.
Dicho todo esto, el no disponer de photopass no nos impedió traeros imágenes como estas, todas obra de Ana Ferrer.
De la calidad de las bandas participantes en esta y otras ediciones no tenemos ninguna duda y hay que dar la enhorabuena a los encargados de configurar el cartel aunque si que hemos leído bastantes quejas debido a que se han solapado muchos conciertos y por lo de Massive Attack que obligó a finalizar el concierto de Corizonas bastante antes de lo esperado.
