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viernes, abril 19, 2024

Las dos caras del Sonorama Ribera 2012

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Cuando llegas a un festival con las expectativas altísimas y te llevas un tremendo desengaño organizativo duele mucho tener que ponerse a escribir una crónica. Me ha costado lo mío sentarme ante el pc y empezar estas líneas, pero tengo la esperanza que las críticas van a servir para que en un futuro las cosas mejoren. Eso sí, no todo han sido cosas malas, desde luego. Si tenéis paciencia y leéis hasta el final veréis que pese a todo han sido los mejores días festivaleros del verano.

En mi tercer Sonorama, primero como prensa, me precedía la experiencia de haber disfrutado como una enana del que ha sido ganador del Premio Mejor Festival de España 2012 de la Música Independiente (UFI). No me cabe la menor duda que en cuanto al trato al público se merecen un diez, porque aquí en Aranda al espectador se le lleva en bandeja de plata. Y si lo pienso bien, es así como debe de ser. Almuerzos exquisitos en bodegas, ambientazo insuperable en el pueblo, conciertazos gratuitos en la Plaza del Trigo y gente con ganas de pasárselo bien sin ningún tipo de mal rollo o malas maneras, no como hemos podido ver en otros festis veraniegos.

Aquí el festivalero llega sabiendo que va a pasar los mejores días del verano. Ahora bien, como vengas a currar como medio acreditado, “apañao” vas. Si has estado en FIB o Arenal donde a la gente de los medios se nos ha tratado como marqueses, esperas que aquí, siendo el “mejor festi del país” la cosa va a ser mucho más. Partiendo de que no había sala de prensa, la cosa no empezaba muy bien. Fuimos convocados a la primera rueda de prensa el viernes donde el director del festi nos daba la bienvenida antes de pedirnos disculpas y comprensión por los recortes y que si aguantábamos hasta el final del tour que nos habían preparado para explicarnos el funcionamiento del festival, nos regalaban una pulserita VIP. Ay pícaro, como nos conoces… aguantamos sin rechistar el tour. Y digo yo, al resto de festis también les afecta la crisis, ¿no? Lo del tour me parece una idea fantástica para enseñarle a quien va a transmitir al resto del país su opinión del evento y que pueda entender cómo cuesta de montar algo como el Sonorama. El esfuerzo desinteresado de centenares de personas es esencial, es la sangre que corre por sus venas y sin las cuales este moriría. Para ellos mi respeto por sacarlo adelante contra viento y marea, y más en estos momentos en que el futuro del Sonorama peligra por falta de apoyo económico por parte de las instituciones.

Y llega la hora de hacer las fotos desde el foso… si es que se le puede llamar así a un minúsculo pasillito donde te vas tropezando con los compañeros, todos más altos que yo, y que se arriman a un escenario de más de dos metros donde solo divisas en la lejanía a los cantantes/guitarras de los grupos de cintura “pa’rriba”. A los baterías para que verles… lo bueno de esto, el público que ve los conciertos de lejos lo divisa todo a la perfección. Luego está el tema de los botellines de agua, esos que pedí como una limosna y jamás llegaron al hall del edificio de oficinas donde nos pusieron dos sillas a modo de corrillo junto a los enchufes, que abría de 19 a 22h pidiéndolo por favor y había un cartel que ponía Sala de prensa. ¿Sala? Yo más bien diría tertulia de prensa, porque éramos tres, cargando baterías de cámara y ya… porque o había más. Ni baño, y ahí mi queja más enérgica, ya que tras una pequeña discusión con un seguridad de la sala de artistas, según el cual “los de prensa tenéis que ir a mear a los baños del público, porque al fin y al cabo eso es lo que sois, solo público” (sic). Eso y saber que había grupos sin camerinos por el hecho de tocar en la carpa anteriormente llamada FustureStars, los cuales tuvieron que pedir unos bocatas para cenar negociando como si fueran a pedir una hipoteca, me hace pensar que aquí hay cosas que fallan y mucho.

Pero como os digo, no todo son cosas malas. Ni mucho menos. Ahora tras despacharme a gusto en las críticas, hay de decir que lo que hace grande a este festival es su público. Hay gente que viene año tras año tras año sin mirar el cartel, y es que el Sonorama cada año invita a lo más notable del panorama nacional y apuesta por un buen puñado de bandas emergentes que vienen aquí esperando ganar adeptos. Algunas desde luego lo consiguen y vuelven a sus casas con la sensación de que a este público, si te lo ganas, lo tienes ahí para siempre.

Por motivos de trabajo llegamos el jueves justo para poder ver el ambientazo que se vive el primer día de festi en el centro del pueblo. Una plaza, la del Café Central abarrotadísima desde muy temprano y que alargó la fiesta hasta bien entrada la noche. Por eso quizá nos levantamos tarde y resacosos, dispuestos a ver a Sidonie en la plaza del Trigo, arrancándose con un conciertazo a base de versiones y éxitos propios que no dejó indiferente a nadie. Y es que como os decía el ambiente del pueblo es inmejorable. Acabamos totalmente empapados en agua y sudor y de ahí a ver a The Bright al RedBull Bus.

Por la tarde llegamos pronto, justo para ver a Igloo, que congregaba a un buen puñado de seguidores que aguantaban bajo un sol de justicia. Había muchas ganas de ver a Dinero en directo, así que allá nos fuimos. Estos chicos, tras varias participaciones ya en el festi aún se les resiste el Escenario Principal. Han pasado por la Plaza del Trigo, la carpa FutureStars, ahora el escenario mediano del recinto… ya va siendo hora de que les den un hueco que se lo tienen más que ganado. Un 10 para el concierto de Dinero.


Aprovechamos para cenar antes de que los We Are Standard saltasen al escenario a petarlo como solo estos chicos de Getxo saben hacer. Fiestón del bueno antes de ver a Love of Lesbian, que tras la edición de su nuevo disco (doble) parece que han tocado techo. Empieza a ser un poco agobiante verles en todos los festis estatales, y lo dice una ferviente fan, pero es que los nuevos temas, pese a que los elegidos para los directos son quizá los mejores del nuevo álbum, no acaban de arrancar. Como teníamos la sensación de que ese concierto no daba más de sí, nos fuimos a ver a Kakkmaddafakka, que tras verles en Arenal y LowCost sabíamos que no nos iban a decepcionar. Estos noruegos loquísimos han conquistado al público español se marcaron un bolazo de esos que te dejan la sonrisa en la cara durante días. No veo la hora de que vuelvan a pisar Valencia. La Casa Azul, Ellos como dúo electrónico, Eme Dj y Meneo pusieron el broche a una velada genial, con un ambiente de buen rollo y fiesta que hacía mucho que no veíamos en un festival.


El sábado nos levantamos pronto porque queríamos probar esos famosos almuerzos en bodegas. 10:30 de la mañana y ya estábamos en la puerta de una de ellas esperando a que abriesen. Tras varias copas de vino nos fuimos a ver a los Niño Burbuja. Estos cuatro cracks madrileños empezaron su concierto en el RedBull Bus y acabaron llenando la plaza, todos los que por allí pasaban se paraban a verles. Uno de los mejores momentos del finde sin duda. Y tras pasarnos el día en el centro de Aranda saboreando el ambiente nos fuimos al recinto a ver a los míticos Dandy Warhols. Nos llevamos una decepción, quizá esperábamos más pero es que la actitud de los de Portland tampoco ayudó mucho. En la carpa mientras tanto estaban los Kenedy, unos sevillanos que conocimos a su paso por el campus de la UPV hace un par de meses y que nos dejaron con ganas de más y la ilusión de poder verles por Valencia en una sala como se merecen.

Eso dejó a los chicos de Vetusta Morla como cabezas de cartel del sábado, que como viene siendo habitual en todos los escenarios que pisan convierten sus conciertos en triunfos. Pero a la misma hora en la carpa BiFrutas estaban los Tiki Phantoms y allá que nos fuimos a ver si la liaban tanto como en el FIB. No se esperaban semejante cantidad de público por coincidir con los Vetusta pero la carpa estaba hasta los topes, y es que los catalanes saben cómo animar cualquier cotarro y convertirlo en una auténtica bacanal musical. Y por fin llegaba el momento que llevaba esperando todo el fin de semana, los Odio Paris de plantaban en el escenario de la carpa, un poco más serios de lo que les vimos en el Let’s Festival y con mucho menos publico que con sus paisanos. Son de esos grupos de los que te enamoras perdidamente con una sola escucha de su disco y por los que te merece la pena el palizón de horas desde Valencia. Espero que alguien los traiga porque son una delicia en directo.

Pero la noche aun no había terminado y con el espectacular concierto de Sidonie (parecía la noche especial de los grupos catalanes) nos despedíamos del recinto hasta más ver, versión de MGMT incluida, ya que el domingo solo pudimos disfrutar de los conciertos del centro de Aranda antes de emprender carretera hacia casa. Havalina levantaron la plaza, con un público entregadísimo. El Sonorama no podía acabarse sin poner la guinda y traer de sorpresa a un Xoel López de cumpleaños a celebrarlo con arandinos y forasteros. Los djset de Niño Burbuja y Las Despechadas Pinchadiscos en otra de las plazas de la ciudad nos servían de despedida a un Sonorama que pese a todo, ha sido el mejor por la compañía, el ambiente de la gente que visita la ciudad estos días, y la ilusión y trabajo que hacen aquellos que trabajan durante un año para sacarlo adelante sin más apoyo que ellos mismos. El año que viene, si nos lo permiten, volveremos a pisar Aranda con ganas de más.

Texto y fotos: Haydee F.

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Mike
Mike
Director y fundador de La Gramola de Keith. Apasionado de la música y camarógrafo y editor de video a tiempo parcial en Nanuk Audiovisual Studio.
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