El pasado viernes noche comenzaba con buenas expectativas. Era la primera vez que iba a escucharles y sentía enorme curiosidad. Arropada entre amigos esta vez, me senté en una de las butacas de la Sala Russafa a disfrutar del concierto.
Julio Demonio fue el encargado de calentar motores en el escenario. Acompañado solo de una guitarra y una armónica nos invitó a compartir sus historias desmenuzadas y contadas bajo su prisma y personalidad. El sonido intimo y cálido de la sala fue totalmente propicio para el trovador de relatos desnudando a sus protagonistas sin adornos pueriles y con ese toque folk americano que rezuma en cada una de sus canciones.
La Gran Esperanza Blanca aparecía en el escenario y los allí presentes les dieron una calurosa bienvenida. La simbiosis fue instantánea. Público entregado y banda con ganas de rockanrolear y hacer disfrutar hasta la última estrofa. Intrigada por escuchar su directo, mis oídos esperaban que sonara el primer tema.
“Aquí estoy” fue la canción que abrió las puertas de un concierto que fue cogiendo intensidad y mayor calidez con cada tema. El humor y el carisma de Cisco Fran, solventó el pequeño incidente con el sonido de su guitarra la principio del concierto, sacando la sonrisa a los presentes. “Música antigua” o “El chico del tren” hicieron que el personal entrara sin dilación en su tren, un tren, que, La Gran Esperanza Blanca nos brindaba a subir para no bajar.
Se percibía el buen rollo y la comunicación de la banda con sus espectadores. Y por supuesto, esa magia deambulaba en la sala haciendo las delicias de todos. Con Fede Ferocce a la guitarra eléctrica, Chiti Chítez al bajo, Chuso Al a la batería y como no Cisco Fran al frente de la banda no podía ser menos. Mis expectativas fueron cumplidas.
Todo un lujazo contar en Valencia con una banda de extensa trayectoria, que ha bebido del rock americano y sus errantes sabores, para mostrarnos una vez más su propio trabajo, “El tren fantasma” que aunque claramente nos invita y nos deja ese sabor a folk americano, también recoge nuestro propio sabor y nuestras raíces.
Y dicho esto, ponte las botas y sube sin miedo al tren fantasma de La Gran Esperanza Blanca, será un viaje auténtico.
Texto: Lady Blue
Fotografía: VikPamNox
