Desde la redacción gramolera (esa que está metida en una cueva con WIFI, café y otras cosas) llevamos mucho tiempo esperando poder oír lo nuevo de Johnny B. Zero. Su album debut «MayDay!» ya nos había encandilado y sobre él corrieron ríos de tinta en forma de reseñas y crónicas de conciertos. Juanma Pastor, la mente detrás del alter-ego provocador y descontrolado, no dejó de rodar su disco sin hacerle asco a acústicos (los cuales defiende con brillantez inimaginable) y teloneos (¿qué punky mejor que él puede abrir para las «punkies» The Hinds?).
Y mientras hacía todo esto gestaba algo en la otra cueva maravillosa que es Musicrooms de la mano de Carlos Ortigosa. Johnny B. Zero encontró justicia en forma de sello discográfico (Ham House Records). Entonces pasó lo que tenía que pasar: Juanma y sus secuaces (bandidos, todos bandidos de primera) grabaron un segundo disco.
«Crystal Totems» es otra historia; es como coger la música de Johnny B. Zero, desfragmentarla y volverla a armar. Es como comprar un puzzle y abrir la caja. Luego coger todas las piezas, tirarlas al aire y que al caer formen la imagen del paisaje que estaba en la caja. Sólo que en lugar del típico Big Ben o el Taj Mahal aparece una calavera de cristal nacida de las manos del diseñador valenciano VikPamNox (todo el diseño del disco es de él). «Crystal Totems» suena desordenado, pero encaja en su ordenado desorden. «Crystal Totems» abandona las guitarras más crudas de su predecesor pero evita que digas: «¡Johnny B. Zero se vendió al mainstream!». Suena electrónico, si. Suena potente, también. Pero en el fondo escucho a Juanma y escucho su crudeza, por más que el envoltorio sea de una u otra forma.
«Crystal totems for the ones who fail», canta en «Old Woman», tema que abre el disco y nos prepara para lo que viene. Los sintetizadores de Julio Fuertes lo rodean todo y las baterías de Lukas Laimer son salvajes.
Le sigue «You want me too», primer single que pudimos conocer y «Magnet and Amplifier». Ambos temas plagados de melodías pop, sintes, voces dobladas y un sonido que nos recuerda a los Beach boys del grandioso «Pet Sounds».
Cierra la cara A «Blackspot», segundo adelanto del disco estrenado hace pocos días. La forma perfecta de acabar un disco raro pero harto interesante. Un temazo en toda regla, resumo sin interés de profundizar más en algo que es de debido disfrute. Si Johnny B. Zero sacara, dentro de muchos años, un disco de greatest hits, «Blackspot» estaría en él sin duda.
La cara B está compuesta de dos remixes alocadísimos de temas de su primer disco. «Plastic bag» y «Be my pal» son armas en manos de Johnny B. Zero en un acto eficaz de decir: «hago lo que quiero y lo hago porque puedo». Porque le sobra talento y picaresca. Esta cara B es un juego que divierte y desencaja a algunos oídos.
Todo el disco es un: «¿Pero esto qué es?». Pero la respuesta es fácil: esto es Johnny B. Zero en todo su esplendor, mostrándonos que el rock no tiene que ser guitarra, bajo, batería y esa pose de tipo duro.
Johnny B. Zero es nuestro nuevo totem.
