Después de un letargo de varios meses sin saber de ellos más que lo poco que publicaban en redes sobre la grabación de su nuevo disco, los valencianos Rubick nos presentaban los primeros cortes de su disco Golpe de Efecto en la sala 16 Toneladas, y la realidad es que pintaba muy bien la cosa.
Pero lo que nos hemos acabado encontrando supera con creces los límites de las expectativas creadas ese día.
Conocido por todos (si no, poco oído tienes) es el cambio de idioma con el que Rubick decidió afrontar esta nueva etapa. Cambio de inglés a castellano, que ya funcionó a otros valencianos como Twelve Dolls. A Rubick también.
El disco abre contundente, potente. El sinte de Adrián Álvarez se une al bombo-caja de David Añó, un preludio épico que abre un disco que se prevee genial: es «Vuela».
Seguidamente nos topamos con el segundo single que la banda dio a conocer al mundo, «Torre de Babel», donde vemos que los valencianos no han perdido el «Rubick-touch» al que nos tenían acostumbrados: canciones bailables, para saltar en los conciertos, mientras cantas sus estribillos. Contagia.
El toque sigue con el primer single que sacaron, hace casi 5 meses, y que da nombre al disco: «Golpe de Efecto». Hit rompepistas que llevamos tarareando desde que salió, y donde el bajista Cotu Peral adquiere un protagonismo brutal con el slap al final del tema.
Llega la tranquilidad después de inicio del disco con «Shyamalan (El Bosque)». Es aquí donde uno puede sentarse y reflexionar sobre lo que está escuchando. Un ritmo delicado se une al fraseo perfecto de Joe Merello, en un tema que emociona, y que llega al clímax en el break de mitad de canción, donde la guitarra de Ander Bengoa hace un punteo simple, pero directo al alma, y al que le sigue la tranquilidad del piano y la voz, para volver a subir en el estribillo. Para mí, el mejor corte del disco.
Después de este orgasmo musical llega un «viejo conocido» con un toque renovado: «Lovo». Este tema fue el primero que Rubick compuso para su nuevo proyecto, ya que en un principio iban a llamarse como el tema, LOVO. Pero no salió bien, y lo cierto es que podemos alegrarnos, porque han acabado conviertiéndolo en un funk que te mueve los pies aunque no quieras. «¡Uuuuh, uuuuh!,¡Uuuuh, uuuuh!«
«Combustión» nos recuerda al anterior EP (en inglés) de la banda, y con el primer cartucho de «Disparos Cruzados»sabes que va a acabar convirtiéndose en una de tus canciones favoritas del disco, porque tienes esa sensación de querer gritar «Why you care, why, why you care!!!??», y no sabes por que… o sí. Contundencia.
Con «La Tormenta» y «Dinero Sucio» dan el toque oscuro al disco, de alma de jugador, que también tiene esta banda. Los coros de Dave Doubtfire vuelven a darle ese «sonido Rubick» tan característico.
Tras eso empieza «Guillotina», otro tema duro para apostillar más si cabe el final del disco. Puro rock. Letal. Metal.
Y para finalizar, Rubick vuelca mi corazón, lo cocina a fuego lento y lo vuelve a dejar en su sitio: «La Fe» inunda mis ojos y eriza mi pelo. El delicado piano unido a la voz de Joe Merello crea sentimientos ambiguos hacia esta canción, que te hace casi odiar a la banda porque te va a impedir escuchar otra cosa que no sea su disco durante varios meses. Un cierre perfecto. Nos dicen adiós desde la lejanía. Nos cuentan historias. Nos emocionan.
Esta vez no voy a hacer resumen global del disco y la banda. Debéis escucharlo para poder valorarlo en su conjunto. Un disco redondo. Enhorabuena Rubick, habéis conseguido que no quiera dejar de escucharos.
