Si seguís nuestra página (y seguís sobre todo mis humildes y no siempre perfilados artículos) sabréis que somos unos firmes defensores de los conciertos entre semana, sobre todo cuando se trata de BUENA música.
Todo esto viene porque el Loco Club volvió a triunfar ayer un día entre semana, con una sala considerablemente llena, un miércoles.
Unos dirán «es que era gratis para los menores de 25». Sí, correcto, pero de esos menores «sólamente» entraron 23. El resto era gente que quería ver a la banda aunque fuera pagando. Ah, ¿que no he dicho la banda?
La banda, o mejor dicho, PEDAZO DE banda, eran los británicos Big Boss Man, banda de larga trayectoria, que se formó allá por 1998 y con su primer disco «Humanize» (2000), ya reventó el mundo del jazz-soul-rock-boogaloo-como-lo-quieras-llamar. En esta ocasión llegaban al Loco Club a presentar su último trabajo «Last Man on Earth», que salió al mercado el pasado 2014.
Subieron al escenario entre aplausos estas 4 bestias musicales: Nasser Bouzida «Bongolian Nass» al hammond y el piano eléctrico, los bongos y de vez en cuando la voz, Trevor «Trev» Harding a la guitarra, Scott «The Hawk» Wilson al bajo, y el gigantesco (en todos los sentidos) Desmond «Des» Rogers a la batería.
La banda se distribuía con Nass y Des al frente, y Trev y Scott en la tarima donde suele estar la batería, pronto sabríamos por qué.
Abrían el concierto con «Fever Special», para seguir con «The Hawk», ambos temazos de su disco «Winner» (2005). Le seguía «Aardvark», del nuevo disco «Last Man on Earth», y en el que pudimos ver el dominio brutal de Nass a los bongos y el teclado hammond. Tabién empezabamos a ver la capacidad de Des para molar más que nadie a la batería, y la fuerza con la que tocaba. Tanta fuerza que en el hitazo «Sea Groove», se cargó una baqueta, y un trozo pasó a pocos centímetros de la cara de Nass.
Podéis pensar que al ser instrumental casi todo el tiempo, el grupo se hace aburrido, y el concierto lo acabas con una modorra del copón, pero pensad lo que queráis, los que estuvimos ayer en el Loco gozamos como un borracho en una licorería con barra libre.
Se sucedían temazos como «Project 6», «Last Man on Earth» o «Black Eye (I Believe in Love)», cuando llegó otro de los hits de la banda, ese tema que hace bailar aunque no quieras, y que se hizo popular por un famoso anuncio en el que salían Thierry Henry y Eric Cantona: sí, hablamos de «Party 7». Nass y sus manos prodigiosas recorrían de arriba a abajo el hammond, y se reventaban contra los bongos, unos bongos que sonaban como si los hubiera sonorizado el mismísimo Dios.
En ese momento empiezo a caer en la cuenta de que es uno de los mejores conciertos que he visto en lo que llevamos de temporada.
Tan entregado estaba el respetable que en «Beat Breakfast», Nass pidióque nos agacháramos, y saltáramos en el momento exacto… y obedecimos como autómatas del groove.
Enloquecimos con «Everybody Boogaloo», que tuvo un inicio algo accidentado por un pequeño fallo en la guitarra de Trevor Harding, que inmediatamente cambió a otra.
Y para acabar el concierto (y dar paso a los bises, que estábamos seguros que iba a haber), tocaron el tema que abre su primer disco, y que da nombre al mismo: la brutal «Humanize».
El resto es la misma historia de siempre, se esconden en camerinos, hidratan sus gargantas, y vuelven a salir entre aplausos y vítores para acabar de reventar nuestras rodillas bailando con «Kelvin Stardust» y «Money».
Broche de oro y diamantes para una nueva noche de miércoles en el Loco Club, un miércoles en el que vimos, sin duda, el mejor concierto en lo que llevamos de temporada.
