El pasado 13 de febrero pudimos vivir en la sala Rock City de Valencia una congregación de músicos internacionales sin igual. Cuatro bandas, la mitad de ellos familia, tenían el deber de ofrecernos un gran show.
La noche empezaba fría desde fuera de la Rock City. Eran las 21:00 cuando se abrieron las puertas, tal y como se prometió, para que la poca gente que estaba fuera soportando el frío y el viento, empezara a entrar.
Sin previo aviso, el primer grupo subió al escenario y empezó la música. ¿Quiénes eran los encargados de iniciar esto? Zyon Cavalera y Igor Cavalera, hijos del mismísimo Max Cavalera, con su banda Lody Kong, originaría de Phoenix, Estados Unidos.
Zyon Cavalera se encargaba de la batería tanto de Lody Kong como de Soulfly, así que las miradas estaban puestas en él desde un principio ¿llegaría al final de la noche con la suficiente energía para reventar los platillos otra vez?
El traqueteo era constante e intenso. Zyon Cavalera al fondo del escenario haciendo su trabajo. Su guitarrista John Bauer, tímido por momentos hasta el sprint final. Ira y violencia en la voz desagarrada de Igor Cavalera acompañado de su fiel guitarra y un bajista poseído por el frenesí del metal destacaban en la actuación. Resumiendo, una joven banda llena de energía y con ganas de expulsar odio y rabia sobre el escenario. Todo un espectáculo que dejó perplejo a más de uno. La noche no pudo haber empezado mejor.
Después de un breve descanso (bueno breve…), era turno de Incite, originarios del mismo lugar que Lody Kong.
Reducido el escenario, debido al montaje de una nueva batería, los cuatro integrantes de Incite disponían de menor movilidad, aunque para su cantante Richie Cavalera, porqué de “Cavalera Family” iba la noche, no habría en absoluto ningún problema. Su potente voz se comía al público y los movimientos de su larga melena te hipnotizaban, que acompañado por los solos del guitarrista, tan solo te quedaba callar y mirar.
Cuando los disparos de cañón cesaron por parte de Incite y su espectáculo llegó a su fin, como si no hubiese tiempo de margen se empezó a montar el equipo del siguiente grupo, los inclasificables King Parrot, una banda de grindcore australiano que no han necesitado muchos años para salir de la isla.
Los primeros gritos comenzaron con “The Stench Of Hardcore Pub Trash” y la taladradora y alocada voz de Youngy caló en mis tímpanos desde el primer momento.
Youngy no se estaba quieto, no para de gesticular al cantar ni de moverse por todo el escenario. No dudaba en agarrar la melenuda cabellera del algún tío. Botella de agua que cogía, botella que vaciaba al público (esto habría sido de agradecer en verano), y con la ayuda de los pogos, no se tardó en encharcar la sala.
Siguieron con temas como “Dead End”, donde el público mostraba una mayor conexión. Mientras, tema tras tema, el bajista conectaba con su instrumento de un forma un tanto peculiar…
Acabaron con uno de sus temas más conocidos “Shit On The Liver” para dar paso a los grandes de la noche, Soulfly.
Una eternidad, eso fue lo que el público tuvo que esperar para que Max Cavalera y compañía saliesen al escenario ofreciendo un comienzo, bastante flojo, como si no se hubiese preparado nada, con «We Sold Our Souls To Metal», single de su nuevo trabajo «Archangel». Poco a poco Max Cavalera se iba situando y la cosa mejoraba.
Aunque el público respondió muy bien desde un principio, con «Blood Fire War Hate» la noche subió a otro nivel. Alguien soltó la locura en la sala y el estar quieto era un delito que se tenía que castigar. Zyon Cavalera, el primero en empezar la noche junto con su hermano, seguía sorprendiéndonos con la energía que aun le quedaba y nos seguía mostrando su talento tocando canciones de su padre como «Prophecy».
Siendo Max Cavalera ex-Sepultura, no faltaron algunas de sus canciones y las elegidas para la noche fueron Refuse/Resist y la mítica «Blood Bloody Roots», uno de los momentos culminantes de la noche.
Mike Leon, se convirtió en una de las estrellas de la noche junto con su bajo. Demostró de lo que estaba hecho, de puro acero. Cuando solo una luz le iluminaba a él, se dispuso y realizar uno de sus solos, mientras los demás integrantes de la banda se tomaban un descanso bastante merecido.
Al otro lado del escenario se encontraba Marc Rizzo. Si estabas cerca de su guitarra, podías ver como las gotas de sudor caían sobre ella.
Y para la sorpresa de algunos, llegaron al escenario los integrantes de King Parrot que junto con Soulfly, finalizaron la noche con una cover de Motörhead, la canción que nunca falta en el móvil de un buen heavy, «Ace Of Spades». Una explosión de adrenalina se produjo en cada una de las personas asistentes.
De principio a fin, la noche fue más que digna, una noche a recordar y que más de uno fardará enseñando a sus amigos el video que grabó.
Todas las fotos en Furyo State Photography.
