Era la primera vez que íbamos a Aranda del Duero después de tanto leer y tanto escuchar hablar del Sonorama Ribera. Esta vez coincidía con nuestras vacaciones y, por tanto, no había excusa. Había que ir y fuimos.
Llegamos el jueves después de toda la madrugada viajando por lo que la siesta fue larga. Fue una pena para nosotros no ver a Nunatak ni a Los Nastys, pero fue la única forma de coger fuerzas para el resto del día.
El plato fuerte empezaba pronto para nosotros. Los Sexy Zebras abrían el recinto en el escenario Castilla y León (para que os hagáis una idea: el 2do más grande) convocando más gente de la que me imaginaba. Nos pusimos en primera fila (yo entré al foso a sacar fotos) hasta que se escuchó un grito de guerra y salieron ellos. Los guerreros, a torso descubierto, con sus cruces plateadas colgando. Quién ha visto y quién ve ahora a los Sexy Zebras, claro ejemplo de renovarse o morir. Guitarras afiladísimas y la energía suficiente para demoler un edificio. Tocaron todas las canciones de su disco «Hola somos los putos Sexy Zebras», entre insultos por parte de la gente (¡OJO! Los «¡Hijos de puta!» eran de cariño; hicieron que recuerde el ambiente punk más underground de escupitajos y puteadas). Una total apisonadora a la que la gente supo agradecer con gritos de «Escenario principal«. No sé si pasará el año que viene, pero lo que sabemos seguro es que repetirán en la siguiente edición
Corrimos a ver a Toundra y no nos decepcionaron. Estuve en el foso y casi me quedo sin tímpanos. Supieron coger la apisonadora anterior y hacerla más grande, reivindicando que se puede estar en un festival «de moda» sin voz.
Tulsa fue una maravilla frágil y sentida. Una banda que me sorprendió gratamente por la elegancia de Miren Iza y su banda. La gente presente (que fue bastante) se entregó en elogios a su frontwoman y en aplausos cuando Charlie Bautista subió a tocar unas canciones con ellos.
El día lo cerró, para nosotros, Australian Blonde, demostrando que los años pasan pero la calidad y las ganas no. Muy sólida la banda capitaneada por Francisco Nixon en su única fecha por festivales este año.
El viernes visitamos la tan famosa Plaza del Trigo para ver a Belize. Esperaba más energía en una banda de pop y con un público tan efervescente y entregado como viene siendo costumbre. Pero no pude vibrar ni con sus canciones, ni con su Teenage Wasteland de The Who, ni con la actitud de su frontwoman, la cual no parecía estar disfrutando del momento debido, quizás, a los nervios.
El recinto se abrió con Smile y The Nap. Los segundos atrajeron a poquita gente al escenario Burgos, pero su rock and roll estuvo a la altura de mis expectativas.
Smile fue una fiesta. Tengo que admitir que no era muy fan de la banda de Getxo (los vi en Valencia en la sala Wah Wah) pero esta vez me dejaron alucinado. Energía, buen rollo, un público que lo dio todo y un John Franks que se atrevió a bajar del escenario y cantar «Let go» rodeado de gente. Directazo de Smile y cambio de opinión por mi parte hacia el grupo.
Pero ahora le tocaba al MAESTRO (¡si! en mayúsculas, señor@s) en el escenario principal: Julián Maeso. No puedo ser objetivo con él y sólo hago que quitarme el sombrero ante él y su banda. Los problemas técnicos (dejaban de sonar el hammond y la guitarra por momentos) no pudieron con el fervor de la poca (si, poquísima) gente que estábamos viéndole en el escenario Ribera del Duero.
La Suite Bizarre nos hizo bailar y sudar mucho. Poca gente pero animada sumaron a un concierto entretenido por parte de los andaluces.
¿Qué podemos esperar de Arizona Baby si ya sabemos que es un grupazo? Pues eso, un concierto espléndido y agitado en el escenario principal del Sonorama. Javier Vielba se consagró como un frontman increíble haciendo partícipe al público en todo momento y no dándole ni un respiro. En resumen, pura actitud y rock.
En el escenario Castilla y León, Jero Romero hizo un concierto, a mi gusto, previsible que no estuvo a la altura del nivel de los «grandes» de este festival. Igual mis expectativas eran muy altas ya que es un músico al que admiro mucho, pero su actuación me dejó frío. Una verdadera lástima.
En un escenario que se les quedó pequeño tocaron Mi Capitán. Fue de los conciertazos de esta edición sin duda. Repasaron todo su disco «Drenad el Sena» y nos deleitaron con «Alta Suciedad» de Calamaro. Fue un derroche de testosterona y sexualidad por parte de Gonçal Planas y de entrega total por parte del resto de la banda (incluido Charlie Bautista, que se recorrió todo el recinto ya que acababa de tocar con Jero Romero). Lo mejor del concierto fue cuando Sidonie saltó al escenario en «Millones de palabras». Locura total y millones de aplausos.
El sábado prometía y «madrugamos» para acudir a la Plaza del Trigo a ver a los de «la terreta» Tortel. Nos encontramos con menos gente de lo habitual pero mucho más entregada. Tortel prometía y cumplió. Vaya si cumplió. Conciertazo de los valencianos que supieron escoger un repertorio para caldear el ambiente.
De ahí nos desplazamos a Le club, un rinconcito cerca de la Plaza del Trigo, donde se había organizado un showcase sorpresa de Mi Capitán. Esta vez el formato era acústico (sólo voz, guitarra y teclado) y reducido a 5 canciones.
A las 14, y antes del vermut, tocaban los esperadísimos Rufus T. Firefly en la tan mencionada plaza, esta vez a reventar. Terminaron de espabilar a todos los asistentes del festival y a los vecinos de Aranda con un sonido atronador y lleno de energía. Menos mal que Protección Civil se apiadó de nuestras almas y nuestros cuerpos regándonos, sino más de uno no salía de ahí por sus propios pies.
Luego descanso, comida, siesta, recargar baterías y al recinto a ver a Ángel Stanich que dio un concierto maravilloso lleno de rock and roll para deleite de un club de fans (eran pocos pero hacían mucho ruido) que apoyaban con carteles y caretas del bajista Alex Izquierdo. Pidieron «Metralleta Joe» durante todo el concierto y cuando por fin llegó se desató la locura. Un concierto de 10 en toda regla.
La «Santa» nos esperaba en el escenario principal con baquetas en las manos y un tom de pie, augurando lo que sería el resto de su concierto: entrega total, ritmos bailables y bailoteos al más puro estilo Zahara.
Willy Tornado, en el escenario Burgos, nos mantuvo activos y animados mientras picoteábamos algo. El artista supo dejar a un lado los nervios del principio y sacar adelante un buen show frente a un público comprensivo pero con el que no llegó a conectar.
El CONCIERTO lo dio nuestro gallego (medio-porteño) preferido. Mucha expectativa y especulación sobre cómo sería la actuación de Xoel López. En el escenario dos micros y un teclado. Puntual nos sorprendió a todos saliendo él sólo guitarra en mano a, no sólo defender, sino elevar al máximo canciones tanto de «Paramales» como de «Atlántico». Y con mucho cariño recuperó tres canciones de Deluxe, entre ellas la mítica «Que no» con la que el público rugió «que no, que no, que no» que no se quería ir. En mi opinión el concierto con más mérito y más sensacional de todo el festival.
Majestad en formato dúo nos brindó un concierto totalmente electrónico con una voz penetrante y unos problemas de sonido por parte de la organización que hicieron que el show perdiese fuelle.
Pero para voz la de Anna Calvi. Gran concierto el que dio la británica entre penumbras, acoples y misterio. Un sonido poco usual y una apuesta arriesgada (¡menos mal!) por parte de la organización. Genial jugada y genial concierto.
Vetusta Morla era el plato fuerte. Dieron una hora y media de concierto ante miles de personas ( yo creo que de las 16mil que confirmaron en la rueda de prensa, la mayoría estaban presentes). El concierto fue el mismo que el que pudimos ver en la gira por grandes recintos. Geniales como siempre, pero previsibles. Más de lo mismo, aunque lo mismo sea sinónimo de bueno. Siempre esperamos más de los madrileños.
Berri Txarrak aterrizaban por primera vez en este festival después de caerse del cartel Novedades Carminha. Soy terriblemente fan de los vascos y no me decepcionaron. Quedé alucinado con la energía que proyectan y la comedida agresividad que inyectan en sus canciones. Tocaron clásicos como «Oreka», «Denak ez du balio» y «Oihu». Un concierto brillante y una locura de final: Gorka cortando las cuerdas y tocando con los alicates «Iron Man» de Black Sabbath.
Sidonie subieron al escenario para cerrar el Sonorama Ribera 2015 de la forma más festiva posible: vestidos de ropa de playa, con palas, pelotas y sombrillas. La presentación perfecta para definir lo que sería el resto del show. Alegría y ritmos bailables es todo lo que tiene Sidonie y nos da igual. Sonaron temazos de «Sierra y Canadá» pero sin olvidar el hit «Mi Garganta». Definitivamente fue la mejor forma de terminar un gran festival en un gran pueblo y con una maravillosa familia de gente desconocida.
Hasta el año que viene, querido Sonorama Ribera.
