Sobre las 21:00h de un soleado 24 de Julio entraba a los Jardines de Viveros. Algunos de los miembros originales de la Electric Light Orchestra se subirían al escenario emplazado en mitad de uno de los sitios emblemáticos de la ciudad de Valencia.
Han puesto sillas, y eso casi nunca me ha gustado. Los conciertos se ven de pie y con una cerveza en la mano, de toda la vida. Tras una primera observación del recinto -qué bonito lo han dejado todo, oye, con su caravana de IKEA, sus barras rojas y un escenario digno de cualquier festival que se precie- ya estamos esperando a que empiece el concierto.
Cómo se nota que no son valencianos, empiezan puntuales. Perfecto. Suena ‘Evil Woman’. Comienzan con contudencia, uno de los grandes hits de la banda de Jeff Lynne hace que las señoras aposentadas en las primeras filas voceen los primeros ‘aaaaaaaah’. Me digo a mí mismo: «Joder, cómo suenan. Violín, cello, dos teclistas diferentes, bajo, guitarra y batería. Todo en su sitio, las voces perfectamente afinadas. Será porque es la primera canción y luego bajarán el ritmo los abueletes.»
Pues no. No bajaron de intensidad en todo el bolo. Me pareció un derroche genial de energía y buen gusto. La versatilidad de esta banda, parafraseando a Rajoy, no es cosa menor, dicho de otra manera, es cosa mayor. Pueden dar clases magistrales de balada, como ‘Can’t Get it Out of my Head’ o llevarte 30 años atrás como con ‘Xanadu’ -que en la canción original canta Olivia Newton-John, ¿estamos en Grease?-.
Como si de una banda sonora se tratase, el concierto iba conectando tema a tema con el público. ‘All Over The World’, ‘Confusion’, ‘Livin’ Thing’ o ‘Twilight’ fueron ovacionados efusivamente. Llegada la mitad del concierto la edad dejó de pesarnos. Los pocos que estábamos en la franja de los 20-30 nos encontrábamos camuflados en esta fiesta de los 80s. Con ‘Mr. Blue Sky’ -probablemente la canción más conocida de la banda- y ‘Do Ya’ cerraban una actuación que ya parecía pesar a los músicos.
Ya han hecho suficiente aguantando hora y media sin parar, que tienen 60 años’. Qué bocazas soy. En menos de un minuto estaban arriba otra vez, qué valor. Antes de empezar los bises contemplé asombrado una pequeña jam session con el público en la que Glen Burtnik y Gordon Thompson improvisaron el ‘oé oé oé’ –‘That was awesome!, decía-. Como si el concierto hubiera vuelto a empezar interpretaron ‘Last Train to London’ y ‘Don’t Bring me Down’ donde los coros prácticamente se los atribuímos a la multitud que, sin ningún tipo de pudor, animaba a los miembros de la ELO a seguir el concierto. Que no pare esto.
Que si. Que ayer no cantó Jeff Lynne. Que eran los miembros de la banda original antigua y blablablá. Pero tampoco le echamos de menos. Ayer vivimos la fiesta ochentera más espectacular de los últimos años en esta ciudad. La media de edad de los asistentes era una clara convicción nostálgica que confirma que traer a esta banda ha sido uno de los aciertos del cartel de La Feria de Julio. Llenazo. Felicidad. Gente a la que no estás acostumbrado a ver bailar, bailando. Estás hecho un chaval, Manolín.
